Patricia Lefranc
"Dejo que la corte decida la seriedad con la que debe ser castigado, pero no voy perder de vista el hecho de que se me condenó al dolor, tanto físico como psicológico, para toda la vida", afirma Patricia en su desgarradoras declaraciones, "Remes ha arruinado mi vida como mujer, me ha convertido en un monstruo".
Ella era una mujer rubia atractiva de 40 años de edad, madre de tres hijos, pero ahora la víctima del ataque con ácido, Patricia Lefranc, se describe como un “monstruo”.
Fue rociada en varias ocasiones con ácido sulfúrico, que le ha dejado secuelas físicas y emocionales de por vida.
Durante el incidente, su nariz y los párpados se desvanecieron. También perdió un dedo, la vista en un ojo y la audición en un oído. La sustancia corrosiva casi ha quemado su corazón y los pulmones, pero increíblemente en los implantes mamarios se detuvo un mayor deterioro.
Estuvo cerca de la muerte.
NOMBRE DE LA VÍCTIMA:
Patricia Lefranc
Patricia Lefranc
VICTIMARIO:
Richard Remes
LUGAR DE LOS HECHOS:
Bruselas, Bélgica
HECHOS:
El timbre sonó por primera vez cuando acababa de llegar a casa después de hacer unas compras. Patricia Lefranc contestó al portero automático, pero algo le hizo desconfiar. Era raro que no viera a nadie a través de la pequeña pantalla que reflejaba la imagen de su calle.
«Señora, un paquete para usted», dijo entonces una voz desconocida. Aunque seguía sin estar del todo convencida, finalmente decidió bajar al portal ante la insistencia del mensajero. Segundos después empezó un infierno que no terminará jamás.
Patricia, de 46 años, cogió el ascensor de su edificio todavía extrañada. Al llegar a la planta baja, la ventanita del elevador le permitió ver a un hombre vestido con ropa de motero negra que ni siquiera se había quitado el casco. Abrió la puerta más tranquila, pero entonces un detalle le cortó la respiración. No era la primera vez que se topaba con aquel llavero. En realidad, se trataba del llavero de Richard Remes, el hombre al que había dejado recientemente porque sus obsesiones le daban miedo.
Antes de que pudiera reaccionar, Patricia sintió el fuego en su cara. Armado con una botella, su exnovio había empezado a lanzarle ácido sulfúrico con una concentración del 96%.
La mujer cayó al suelo destrozada por el dolor. Su mente, sin embargo, todavía estaba alerta. Creía estar segura de haber escuchado el sonido de la puerta del edificio al cerrarse, pero Remes no se había ido.
El agresor la agarró del pelo, le sujetó los brazos con sus piernas y le vació el resto de la botella de ácido por la cabeza. A duras penas y entre alaridos, Patricia consiguió arrastrarse hasta la calle segundos después. Allí, la encontraron los empleados de una inmobiliaria cercana con el rostro arrasado. «Ha sido Richard, ha sido Richard», acertó a decirles.
Patricia ingresó casi de inmediato en un hospital especializado con quemaduras de tercer grado. Permaneció en coma artificial durante tres meses.
Lefranc detalla qué sintió cuando lanzó sobre ella el líquido que contenía:
"Caí al suelo mientras el dolor me atravesaba. No podía respirar. Creí que moriría, pero sabía que tenía que seguir viva por mis hijos. Me agarró por la cabeza y me roció de nuevo. Sentí como mi brazo se derretía en burbujas. Me quité la ropa y vi los huesos de mis brazos."
Según los médicos, los implantes mamarios que se había puesto en 2007 le salvaron la vida, ya que impidieron que el ácido llegara a su corazón. Lefranc ha sido sometida a más de 80 operaciones para reconstruir su rostro y la parte superior del cuerpo, pero a día de hoy el efecto del ácido sigue desfigurándola.
Patricia, nunca volverá a tener un rostro humano porque, tras 80 operaciones, ya no le queda piel para más reconstrucciones. "Quiso matarme, vi que sabía muy bien lo que hacía"
El comienzo de la relación:
El origen de esta historia desgarradora se remonta a finales de 2008. Patricia, madre de tres hijos fruto de dos matrimonios fracasados, se sentía sola y al borde de la depresión. Remes, su vecino del primer piso, acudió en un par de ocasiones a su casa para efectuar algunas chapuzas. Así se conocieron y empezaron a salir, a pesar de que el hombre estaba casado.
Apodado 'Hulk', adoraba machacarse en el gimnasio y siempre estaba pendiente de ella. Había días en los que le enviaba hasta 20 o 30 mensajes de móvil. Patricia, que nunca llegó a enamorarse, siguió con la relación porque «necesitaba estar con alguien». «Parecía que veía a su esposa como a una madre o una abuela», relató en el juicio.
Con el paso de los meses, la situación empezó a volverse más incómoda. Durante unas vacaciones en Egipto, Remes llegó a sacarle 600 fotografías de todos los rincones de su cuerpo. Le juró que las utilizaría para empapelar su habitación. El hombre también estaba obsesionado con la película 'Boxing Helena', una oscura historia en la que un cirujano mutila a su a="text-altenerla siempre a su lado. Patricia -family: inherit;">
Las investigaciones policiales revelaron que consultó páginas de internet sobre los efectos del ácido sulfúrico y estuvo en contacto con una empresa china para comprar cianuro. «Quería marcarla», admitió ante el tribunal antes de explicar que no imaginaba que los efectos del producto químico «serían así de rápidos».
El agresor fue detenido en su casa unas horas después del ataque. La Policía le encontró escuchando música con los auriculares puestos. Los registros telefónicos demostraron que aquel mismo día tuvo la sangre fría de enviar mensajes de móvil a cuatro mujeres con las que habría mantenido relaciones.