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lunes, 11 de abril de 2011

¡Reacciona!... No vivas con el Síndrome de Indefensión Aprendida

“La obra perfecta de la agresividad es conseguir que la víctima admire al verdugo.”
...Victoria Sau, psicóloga

 


El rol social que se le atribuye a la mujer la convierten en víctima de una violencia específica que, aunque la conocemos por violencia doméstica, es el más evidente ejemplo de violencia de género. Esta violencia muestra progresivamente el perfil de una realidad que hasta épocas muy recientes tenía en el silencio un muro de alianza que escondía la tragedia de un número incalculable de mujeres.

El maltrato continuado genera en la mujer un proceso patológico de adaptación denominado "Síndrome de la mujer maltratada".

Características:
Indefensión aprendida: Tras fracasar en su intento por contener las agresiones, y en un contexto de baja autoestima reforzado por su incapacidad por acabar con la situación, la mujer termina asumiendo las agresiones como un castigo merecido.

Pérdida del control: Consiste en la convicción de que la solución a las agresiones le son ajenas, la mujer se torna pasiva y espera las directrices de terceras personas.

Baja respuesta conductual: La mujer decide no buscar más estrategias para evitar las agresiones y su respuesta ante los estímulos externos es pasiva. Su aparente indiferencia le permite autoexigirse y culpabilizarse por las agresiones que sufre, pero también limita su capacidad de oponerse a éstas.

Identificación con el agresor: La víctima cree merecer las agresiones e incluso justifica, ante críticas externas, la conducta del agresor. Es habitual el "Síndrome de Estocolmo", que se da frecuentemente en secuestros y situaciones límite con riesgo vital y dificulta la intervención externa. Por otra parte, la intermitencia de las agresiones y el paso constante de la violencia al afecto, refuerza las relaciones de dependencia por parte de la mujer maltratada, que empeoran cuando la dependencia también es económica.

La Dra. Lenore E. Walker, psicóloga experta en el estudio del maltrato en la mujer, explica el ‘Síndrome de la Mujer Maltratada’ en base a dos teorías: La “Teoría de la Indefensión Aprendida” y la “Teoría del Ciclo del Maltrato”.

Síndrome de Indefensión Aprendida

La Dra. Walker formuló la teoría de la  ‘impotencia o indefensión de la mujer maltratada’. En ella explica cómo la mujer que ha experimentado la violencia queda incapacitada para controlar su voluntad, a través del tiempo, desarrollando así la "condición de indefensión (impotencia) aprendida".

Esta condición previene el que una mujer maltratada pueda percibir o actuar cuando se le presenta una oportunidad para poder escapar de la violencia. Se basa en la hipótesis de que las ideas e influencias sociales en una mujer facilitan la condición psicológica de impotencia, lo que hace que las mujeres se sientan incapaces de poder controlar positivamente sus vidas. La Dra. Walker expone que la “impotencia aprendida” es la responsable de la deficiencia cognoscitiva emocional y conductual que se observa en la mujer maltratada. Es lo que la afecta negativamente y la  retiene en la relación abusiva.

Características de la Indefensión Aprendida:
  • El maltrato repetitivo disminuye en la mujer su capacidad para responder, se convierte en sumisa. Su personalidad pasa a ser pasiva.
  • La habilidad cognoscitiva para percibir el éxito cambia en la mujer. Ella no cree que su respuesta le traerá resultados favorables, así lo sean o no.
  • La mujer maltratada no creerá que nada de lo que ella haga alterará el futuro o su destino.
El sentido de bienestar emocional pasa a ser precario y se vuelve más propensa a la depresión y a la ansiedad.

Una mujer agredida es capaz de soportar durante muchos años malos tratos brutales, y no solo acepta esta situación, sino que además la justifica. Dar una explicación a estas reacciones paradójicas es uno de los objetivos de Andrés Montero, otro experto en el tema. Este experto ha desarrollado un modelo teórico, que coincide con el de la Dra. Walkers, denominado "Síndrome de Estocolmo doméstico". Lo describe como un vínculo interpersonal de protección, constituido entre la víctima y el agresor, donde ella desarrolla el síndrome para proteger su propia integridad psicológica. Para adaptarse al trauma, suspende su propio juicio crítico.

Esta podría ser una sólida explicación para que las mujeres maltratadas desarrollen ese efecto contradictorio por el que defienden a sus compañeros, como si la conducta agresiva que desarrollan fuera el producto de una sociedad injusta y fueran ellos las víctimas de un entorno violento que les empuja irremediablemente a ser violentos.

Fases:
1a. Desencadenante.
Los primeros malos tratos rompen el espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esto desencadena desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión.

2a. Reorientación.
La mujer busca nuevos referentes pero sus redes sociales están ya muy mermadas, se encuentra sola, generalmente posee exclusivamente el apoyo de la familia. Con su percepción de la realidad ya desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva.

3a. Afrontamiento.
Asume el modelo mental de su compañero, tratando de manejar la situación traumática.

4a. Adaptación.
La mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior, y el Síndrome de Estocolmo doméstico, o de Indefensión Aprendida, se consolida a través de un proceso de identificación.
Esta explicación teórica intenta describir un proceso e identificar sus causas para conseguir que las mujeres maltratadas escapen del entorno violento en el que viven, pero también de esa cárcel en que se ha convertido su mente.

Los síntomas depresivos que padecen estas mujeres se manifiestan fundamentalmente mediante la apatía, la pérdida de esperanza y la sensación de culpabilidad.

La mayoría de las mujeres que sufren maltrato están inmersas en una maraña de comportamientos para poder aguantar el infierno de la convivencia. Muchas no soportan esta situación y acaban tomando la opción del suicidio... las cifras sobre muertes por malos tratos nunca contabilizan los datos de suicidios.

Frente a los reiterados episodios de violencia y pensando que la situación no se va a modificar, la mujer se calla, por temor a que se produzca una agresión aún mayor, hacia ella o hacia sus seres queridos. A pesar de las dificultades y del miedo... ¡¡hay que romper el silencio!!.

El silencio siempre es un obstáculo y una de las principales trabas que tiene la mujer para acabar con él es ella misma. Reconocerse como víctima y “traicionar” al que ha sido su compañero, asumir el juicio social, sentirse responsable de las agresiones, la falta de perspectivas personales y económicas… son factores psicológicos y sociales que perpetúan la lacra de la violencia doméstica.

¿Cómo nos damos cuenta que una mujer presenta el síndrome de la mujer maltratada?


El síndrome de la mujer maltratada puede manifestarse con síntomas corporales o trastornos psicológicos. Los más frecuentes son:
  • Baja autoestima.
  • Tienen sentimientos encontrados; aunque odian ser agredidas, también piensan que se lo merecen porque se consideran la causa del problema.
  • Viven en la culpabilidad.
  • Se consideran fracasadas.
  • Padecen temor e incluso pánico ante cualquier tipo de cambio.
  • No tienen control sobre su vida.
  • Desean que haya una solución mágica para sus problemas.
  • Angustia, malhumor, depresión, sensación de impotencia, intentos de suicidio e insomnio;
  • Abuso de drogas y trastornos de la alimentación;
  • Molestias en el cuerpo como: dolor abdominal crónico, dolor de cabeza, cansancio, etc. que no mejoran con el tratamiento;
  • Problemas ginecológicos.
  • Creen que no merecen ayuda ni hay quien pueda o quiera ayudarlas.

Prevención:
El principal camino para acabar con la violencia de género es la prevención. Esto incluye, por supuesto, un cambio global en la forma de ver las relaciones entre mujeres y hombres, un cuestionamiento de los roles sociales y estereotipos, del lenguaje, etc. Estos cambios deben partir de las personas adultas con el objetivo de que se transmitan eficazmente a niños y niñas.

Además, nadie mejor que tú para prevenir y evitar implicarte en una relación que puede llegar a ser violenta:
Aprende a detectar manipulaciones, a evitar aproximaciones no solicitadas, desconfiar de promesas que no tienen sentido en un momento de la relación, tener claro que decir  “NO” a algo no es negociable, alejarse cuando esa persona que se te acerca tratando de hacerte ver que tienen mucho en común o que le debes algo. Para todo esto es muy importante confiar en tu intuición, en las sensaciones de desasosiego que te producen.

Cuando conozcas a alguien, evalúa y valora si esa persona encaja contigo; si quieres prevenir encontrarte en una relación violenta analiza sus ideas sexistas, cómo fueron sus relaciones anteriores (si rompió él o no, cómo habla de ellas…), etc.

Además, valora tus propias ideas respecto al amor y la pareja, el papel de la mujer en la misma, si consideras que debe renunciarse a ciertas cosas, amistades, pensamientos, ideas o sueños por "amor" a alguien, refuerza tu autoestima, tus principios y valores y nunca olvides que tú vales por tí misma.

Si los valores de la otra persona entran en conflicto con los tuyos, debes saber reconocerlo y no aceptar, en ningún caso, renunciar a aquello que es importante para ti.


“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo”
...Elie Wiesel, Nobel de la Paz 1986

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