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martes, 12 de junio de 2018

EN MEMORIA DE MI PADRE: Tal y como fuiste, pero gracias.

No hay malos recuerdos, sólo mentes incapaces de reconocer la enseñanza oculta detrás de la experiencia...



A 5 meses de tu partida, y en el 1er Día del Padre sin tu presencia…

Como muchos lectores de nuestros blogs  saben, comencé a escribir hace 8 años ciertas experiencias vividas en un intento de entender mi pasado y hacer un examen en retrospectiva,  pero además descubrí que era una forma liberarme de ataduras emocionales que no me permitían avanzar en la vida.  Escribir se convirtió en una especie de terapia, de desahogo, de reflexión y de catarsis, sin importar quien o quienes me lean. A través de estos años he escrito y compartido posts sobre diversos temas, por ejemplo, sobre la violencia que padecí en mi matrimonio, así como sobre el abuso sexual que padecí a los 8 años de edad,  también consta lo que he escrito sobre mi proceso de divorcio, sobre mi papel de madre, sobre mi etapa menopáusica, etc, etc, etc…  En fin, todo lo que escribo es con el afán de retro-alimentarme, de aprender y, sobre todo, de superar etapas y experiencias.  Si, escribir me ha ayudado, pero también me siento útil al compartirlo con los seguidores de nuestros espacios, y es que estoy convencida de que en algún rincón del mundo siempre hay alguien a quien puede servirle cierta información, o bien, alguien pueda sentirse identificada con ciertas anécdotas y no sentirse sola.

Y esta vez no es la excepción. En esta ocasión decidí, luego de una profunda reflexión, escribir acerca de mi padre…  

En posts anteriores ya he mencionado algunas cosas sobre él, pero dado que en México se celebrará el próximo domingo el Día del Padre, y siendo que será la primera vez que él ya no esté presente para festejar ese día, consideré oportuno dedicar este espacio a su recuerdo…


Adelanto que no será el típico recuerdo (“in memoriam”) donde se acostumbra homenajear y enaltecer el recuerdo de una persona que ha muerto,  pues considero que recordar solo “lo bueno” no sería honesto de mi parte, realmente mi intención es recordar a mi padre tal y como fue, y principalmente, reflejar las enseñanzas, buenas y malas,  que me dejó.

Fue el 4 de Enero de este año cuando mi padre murió. Fue algo inesperado, sorpresivo, pues aparentemente no tenía ninguna enfermedad grave diagnosticada. Días antes lo habían operado de la vesícula, de la cual salió relativamente bien. Estuvo un par de días en el hospital, luego lo llevamos a su casa  donde guardaría reposo. Sin embargo, un par de días después, falleció, en soledad,  en su cama mientras dormía… No esperábamos que todo terminara así, tan furtivamente,  pero hay que  entender que la muerte es parte de la vida, y además que, a pesar de todo,  la vida siempre sigue y tenemos que fluir con ella de la mejor manera…

Es innegable que cuando alguien cercano muere, de la forma que sea, siempre duele, se sufre y se extraña, pero también es cierto que cada persona asume su duelo de diferentes formas. Hay quienes lloran imparablemente, otras se aferran al recuerdo y sufren indefinidamente, otras más manifestarán su pena de maneras inexplicables y habrá quienes lo tomen de forma tranquila y en paz, lo cierto es que cada quien vivimos nuestro duelo de forma personal y trataremos de superarlo según lo sintamos.  Lo que no es sano es instalarse permanentemente en el dolor,  ni sentir culpas ni pensar en  los inútiles “hubiera” que, sencillamente,  no existen.

Tampoco es sano  idealizar  la memoria, el recuerdo o la imagen de esa persona que, por razones de la vida misma, hoy ya no está.  Dicen los expertos en el tema, que idealizar a alguien (ya sea que viva o ya se haya ido), significa traspasar la realidad, de modo que las virtudes exageradas que se otorgan a otros son irreales. Cuando alguien idealiza y pone a otro en un pedestal, lo que hace es  ignorar el lado humano e imperfecto que todos tenemos. Cuando alguien muere, implica la muerte de un ser que fue humano, con virtudes y con defectos también…  Y mi padre no es la excepción, fue tan humano como cualquier otro, por eso, lo recuerdo con total objetividad.

Cabe mencionar que no solo  el Día del Padre es un buen momento para reflexionar sobre el papel del progenitor en nuestras vidas, deberíamos hacerlo siempre, pues tanto  el padre como la madre son (o somos) los vínculos primordiales que tenemos los humanos.  Ellos, los padres y las madres, así como los hijXs, formamos lo que se llama “el núcleo principal y básico de la sociedad: la familia”. 


Una familia “sana” se destaca por intentar fortalecer los vínculos entre los miembros, se esfuerzan por conseguir el bienestar grupal y personal de cada uno, se apoyan, se fomenta el amor, el respeto, la comunicación, la igualdad y la libertad de cada uno. Lamentablemente,  no todas las familias son así. Si analizamos objetivamente las relaciones entre padres-hijxs, nos daremos cuenta que no siempre son cordiales, buenas o positivas.

Esos malos padres…

Como en todo, hay buenos padres, pero  también abundan los malos, esos que han sido (o son) la causa de que muchos hogares se caigan a pedazos… Y aquí podríamos mencionar varios tipos:

  • Los padres violentos (los que agreden verbal, emocional, económica y/o físicamente)
  • Los padres invisibles (están pero como si no estuvieran)
  • Los padres que solo fungen como proveedores y no se involucran en la vida de sus hijos
  • Los ausentes (no están física ni emocionalmente en la vida de sus hijxs)
  • Los que delegan la responsabilidad en las madres
  • Los que no se sienten responsables, ni quieren serlo
  • Los permisivos (son padres que están presentes, pero dejan que sus hijos pierdan el respeto hacia ellos y hacia los demás. Es decir, NO ponen límites y por lo tanto crean monstruos)

En fin, hay todo tipo de “malos padres” y pueden abarcar una o más categorías. En resumen,  no contribuyen en nada al bienestar de los hijxs, pero son capaces de causar graves daños (a veces irreversibles), dejando heridas profundas en sus hijxs que, muchas veces,  no  superan ni en  la adultez. Ante esto,  pregunto:

¿Es posible que el trato que un padre da a un hijx influya pero no determine la formación de un individuo?, ¿Los hijxs podrán decidir en determinado momento cómo quieren que sea su futuro, a pesar del dolor experimentado en el seno familiar?

Richard Bach, autor de una gran obra titulada “Gracias a tus Malos Padres”,   dice que por cada cosa que se ha roto, siempre se hallará una bendición… Y es cierto, ya que está comprobado que todo ser humano posee la voluntad para construir (o destruir) su propio destino.

En dicho libro, Bach se pregunta:
"¿Quién determina si el desastre que hemos sufrido constituye una bendición? Nosotros mismos
¿Quién puede probar que es realmente así? Nosotros."

No hay más, somos nosotros y nuestra determinación quienes forjarán el futuro que queramos tener, independientemente de lo que hayamos vivido en nuestros hogares y a pesar de la influencia que hayan tenido nuestros padres en nosotros. 

Según Bach, para reducir la influencia negativa de quienes no supieron o no quisieron ser buenos padres, debemos expresar frases de gratitud, desafiantes, tenaces, continuas, hasta que el desastre se haya convertido en recuerdo:

-     “Gracias padre por no tener en cuenta mi dolor, porque he aprendido a desprenderme de él”
-     “Gracias padre por no estar allí para mí…Ahora estoy aquí para mí mismx”
-     “Gracias padre por ser mezquino, porque he aprendido a ser gentil”
-     “Gracias padre por enseñarme lo que no es el amor, para no buscarlo donde no se lo puede hallar”

En efecto,  a pesar de todo, cada persona, cada miembro de una familia, disfuncional o no, deberíamos agradecer… Sí, agradecer tanto lo bueno como lo malo, porque si lo pensamos bien, no hay malos recuerdos, sólo mentes incapaces de reconocer la enseñanza oculta detrás de la experiencia.

La influencia de mi padre en mi vida…

Dado el contexto anterior, ahora sí hablaré de mi caso personal y de la influencia que el comportamiento de mi padre afectó mi vida. Fuimos 3 hijas, yo la mayor, pero  hablaré solo por mí, en singular, como yo viví personalmente cada etapa de mi vida siendo su hija. Intentaré ser franca, clara y sobre todo muy objetiva. Nunca lo idealicé, menos lo haré ahora…

Debo reconocer que desde enero que él falleció y mientras más pasa el tiempo, más objetivamente veo a mi padre… Me pasa al contrario de lo que le ocurre a la mayoría de la gente cuando algún ser querido muere.  

Y es que mucha gente  va guardando en su memoria solo las cosas buenas de quien se fue, es como si  se programaran para recordar únicamente los momentos de alegría y las virtudes de esa persona (muchas veces hasta las exacerban o exageran) y, por razones que aun no entiendo, olvidan la contraparte, olvidan que esas personas que ahora ya no están, también fueron humanos y por tanto con defectos, con rencores y con fallas que cometieron a lo largo de su vida…. En otras palabras, tienden a idealizarlos de forma irrazonable, los recuerdan sin equilibrio, sin contraparte. Lamentablemente,  eso no es bueno ni para quien se fue y mucho menos para los que se quedan…



Y  digo lo anterior, porque seguramente no faltará quien en leer esto diga:

“¿Ya para qué recordar lo malo si ya se fue?”
“Si hizo bien o mal, ya lo estará pagando en otro lado”
“¿Qué se gana “manchando” su memoria?”
“Lo que deberías hacer es honrar la memoria de tu padre y no andar diciendo cosas de quien ya no está presente”
O bien (la peor frase de todas):
“A los padres no se les juzga, y menos cuando ya no están”

Cabe aclarar lo siguiente:

1    1) Son muy respetables las ideas de cada quien. Cada persona puede recordar a quien quiera de la forma que quiera. Si desea idealizarlo, que lo haga y si desea recordar a alguien de forma equilibrada y razonable, también es válido.
      2) Nadie mancha la memoria de nadie (solo que se difame), pero en realidad,  cada uno de nosotros, en vida, día con día, somos quienes construimos nuestra historia, los recuerdos y la imagen que vamos a dejar en nuestros entornos y en este mundo.  Recordar a alguien como verdaderamente fue, no es “manchar su imagen” es, simplemente, recordarlo tal y como fue… y eso no tiene nada de malo, no es delito ni sacrilegio.
      3) Yo no juzgo a mi padre (en vida nunca le reclamé nada), hoy solo quiero recordarlo de la forma que fue, sin exagerar sus virtudes ni sus defectos.

Según sé, mi padre no tuvo una infancia tranquila, agradable o fácil. Tuvo una niñez muy complicada, llena de carencias y, como muchos, dentro de una familia disfuncional. Con apoyo de otros miembros de su familia, pudo salir de su pueblo y estudiar. Con los años se convirtió en Abogado (algo que nunca le gustó) y fue profesor de la Universidad. A grandes rasgos esa fue vida profesional. Nunca tuvo grandes metas ni escaló grandes posiciones sociales ni económicas. Él trabajaba porque tenía que hacerlo y  porque había sobrevivir, sobre todo cuando se casó con mi madre y comenzaron a formar una familia.

Honestamente, la relación que tuve con mi padre a lo largo de mi vida, nunca fue fácil. Razones había miles, la mayoría de ellas se debían a su falta de atención, de responsabilidad y de respeto… Lejos de tener la mínima intención de ser un padre cercano, amoroso y respetuoso, fue frío, hostil e irrespetuoso… Así de claro. No puedo mentir, no puedo fingir, no podría minimizar y mucho menos ignorar que esa fue su forma de tratar, en este caso, a mí.  

Hoy que soy madre sé que gran parte de la responsabilidad de la relación entre padres e hijxs depende de los padres, no de los hijos. Y a él no le importó eso…

Sé que como hija cometí muchos errores y aunque  no puedo cambiarlos ni borrarlos, debo decir que nada de lo que hice (o de lo que no hice) fue con la intención de lastimarlo a él  ni a mi madre. No obstante,  debo confesar que si debo pedir perdón a alguien, sería a mí misma, por las veces que toleré las faltas de respeto y la violencia sistemática que mi padre era capaz de ejercer. Y no me refiero a que haya sido un  padre golpeador, aunque reconozco que sí llegó a darme uno que otro “cinturonazo”  (seguramente por merecerlo en algún momento). Más bien, la violencia que mi padre generaba dentro del hogar era del tipo encubierto, cotidiano, disfrazado de bromas, sarcasmos y mucha violencia verbal, principalmente.

Recuerdo aun siendo una niña pequeña, escucharlo decir una y otra vez: “No quiero que me quieran, prefiero que me tengan miedo”.  Eso, ahora, explica muchas cosas….

Nunca, ni con el paso de los años pudimos hablar razonablemente de nuestra relación. Tal vez muy en el fondo  él sabía que su forma de tratar como padre no era la adecuada, no obstante, cuando crecí, siempre amenazó con “ponerme en mi lugar” si algún día me atrevía a reclamarle algo (cuando ni siquiera yo tenía la intención de hacerlo).

Pero si alguna vez hubiera podido hablar contigo, padre, sobre nuestra relación, no hubiera sido para reclamarte nada, jamás te hubiera faltado al respeto, más bien habría querido tratar de llegar a un diálogo, a un acuerdo de respeto, a tratar de sanar ciertas heridas, y tal vez para sentir la confianza de poder  abrirme como hija mayor… pero los “hubiera” no existen.  

Nunca te importó aclarar nada, sin embargo, hoy, por bien mío, intentaré seguir la técnica del libro Gracias a Tus Malos Padres que mencioné en párrafos anteriores:

GRACIAS PADRE, porque gracias al trato que durante toda mi niñez, mi adolescencia y parte de mi adultez recibí de ti, aprendí lo que NO DEBO TOLERAR DE NINGÚN HOMBRE.

Desde muy temprana edad, y por primera vez,  escuché de tu boca la palabra PUTA. Y lo peor, es que me la aplicaste a mí cuando apenas tenía unos 7 años, tal vez menos tal vez más, ya no importa… Por supuesto que tus constantes palabras ofensivas terminaron por afectar mi autoestima (como la de cualquier otra niña), más cuando se trata del propio padre  quien se siente con el poder (y el derecho) de denigrar a una hija de la edad que sea, sin embargo, cuando la violencia es ejercida a una edad tan temprana resulta aún peor. Y es un hecho absolutamente injustificado.

Crecí oyendo cómo pensabas acerca de las mujeres. Decías que solo había dos tipos de  mujeres: las putas y las muertas (hasta vergüenza me da recordarlo), pero la vergüenza debías sentirla tú, al expresarlo abiertamente una y otra vez durante años y años, sin importarte que en casa había 4 mujeres, una esposa y 3 hijas.

Y cómo olvidar tu “don” creativo para ponernos tus “graciosos y ocurrentes” apodos a lo largo de nuestras vidas, basándote, sobre todo, en nuestro físico… Podría poner aquí una larga lista que incluya todos y cada uno de los apodos que tan solo a mí me pusiste (y que tanta gracia te hacían, por cierto). No pensaste ni te importó el daño que causabas.  Esas bromas, apodos y comentarios hirientes, poco a poco fueron minando y destruyendo la autoestima de tu propia hija, desde mi etapa de niñez, pasando por la adolescencia y  hasta que llegué a ser  adulta.

Y es que esas “bromas sistemáticas” que se te ocurrían,  realmente se llama VIOLENCIA EMOCIONAL, VERBAL Y PSICOLÓGICA, y  es, tal vez, más dañina que los golpes.

Una psicóloga fue quien me lo tuvo que explicar la primera vez cuando acudí a terapia por problemas en mi matrimonio. Fue en esa consulta, hace aproximadamente 15 años, donde me explicó que mi principal problema no era mi matrimonio, sino las cosas no resueltas en mi relación contigo, mi padre.

Siempre achacaste tu carácter ofensivo al alcohol, sin embargo, aunque recuerdo los malos momentos que pasamos cada vez que tomabas, así como las noches que mi madre pasaba en vela esperando tu llegada,  los pleitos, los reclamos, tus justificaciones, y todo lo que eso conllevaba, debo decir que la mayoría de las veces que más ofendiste a quienes te rodeábamos era cuando NO estabas tomado. El alcohol nunca fue la causa de tus insultos ni de tu comportamiento abusivo, el alcohol solo es un pretexto que usan los maltratadores para justificar sus abusos, pero no es la verdadera causa de su violencia.  Se ha comprobado que la verdadera causa de la violencia contra las mujeres tanto verbal como emocional, económica y física no es otra cosa más que el machismo del agresor.


Y claro, es obvio que el primer contacto que tuve con el machismo fue a través de ti. Con cada una de tus expresiones aberrantes sobre las mujeres y con cada comportamiento que tuviste como esposo y como padre. Tu machismo se reflejó hasta el final de tus días, en cada una de tus acciones, de tus palabras y hasta de tus silencios.

Pero GRACIAS otra vez, padre, porque viviendo de la forma en que vivíamos (siempre minando la autoestima y la integridad emocional y mental, al menos de mi persona) y siendo una adolescente, un día me dije a mi misma:

-Jamás volverá a dolerme o a importarme nada de lo  que él (o sea tú, mi padre) me diga, sea bueno o sea malo.

Y así fue… lo cumplí. Nunca más, a partir de entonces, volvieron a afectarme tus comentarios, buenos o malos. Y eso, en verdad, te lo agradezco, pues aprender a que se te resbalen las ofensas, no es nada fácil.

Recuerdo las veces que dejé de hablarte por tu irracional forma de ser, como cuando se divorciaron y no querías darle a mi madre lo que le correspondía; también cuando te pusiste muy alterado aquella vez que fueron a mi casa luego de visitar el asilo. O bien, cuando tú dejaste de hablarme cuando me fui de la casa la primera vez, y luego cuando me separé de mi marido y me fui a Tijuana.

Sí padre,  así es como fuiste, y por lo tanto, así es como te recuerdo…

Y podría mencionar cientos de recuerdos que se me vienen a la mente ahora que escribo sobre ti, pero todos me llevarían a la misma conclusión: Agradecer tu forma de ser porque, sin que fuera tu intención,  me hiciste emocionalmente fuerte…

GRACIAS PADRE por haber sido como fuiste, porque hoy soy tan fuerte que ni siquiera lloré como lo hicieron las demás el día que te marchaste para siempre…

Gracias, porque al afectar mi autoestima,  nunca supe escoger al hombre correcto, y al final  elegí a un marido que también fue abusivo (en su propio estilo), pero  con el mismo machismo y sintiéndose, también,  superior a las mujeres. Cabe resaltar que como padre también resultó ser un fiasco.  Afortunadamente, abrí los ojos a tiempo y pude alejarme de él. Y eso, también te lo debo a tí, porque al final no quise verme como otras mujeres tolerando indefinidamente a sujetos así.

Reconozco que tus bromas y apodos me  hicieron paulatinamente  fuerte, tan fuerte que hoy puedo escuchar de quien sea cualquier comentario hiriente, y no me afecta. Hoy puedo escuchar la palabra PUTA, y me la apropio, pues aprendí que esas 4 letras solo se usan con el único fin de violentar, limitar, controlar y   menospreciar a las mujeres. Es una palabra usada para limitar nuestra, para evitar que nosotras tomemos nuestras propias decisiones sobre nuestras vidas, sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras mentes… Es un término tan usado y tan expresado a la ligera que ya no debería ofender ni sorprender a ninguna mujer…

Gracias nuevamente, padre, por ayudarme a entender que nunca más debo naturalizar ni  justificar las bromas ni los comentarios hirientes o humillantes de nadie, llámese padre, hermano, primo, novio, esposo, amante, o quien sea. NADIE tiene derecho de atentar contra la autoestima y la integridad de una mujer, ni siquiera un progenitor.

Hoy soy madre y tampoco soy perfecta, tengo miles y grandes fallas, pero gracias a tu ejemplo, trato de ser lo contrario a ti:

Intento tener una comunicación cercana y respetuosa con mi hija; no le pongo apodos ni la humillo por su apariencia; trato de reforzar y fortalecer su autoestima (no de aniquilarla); trato de ser solidaria; trato de apoyarla; trato de hacerla  fuerte sin tener que hacerla pasar por experiencias amargas; no la comparo con nadie ni la ignoro. Tampoco la trato como “loca” ni le achaco toda la responsabilidad de los problemas que haya en nuestra relación. No la hago sentir culpable ni me hago la víctima. No quiero que me tema, quiero que me ame...

Repito, estoy muy lejos de ser una madre perfecta (ni pretendo serlo, siempre lo he dicho), lo único que  deseo es motivarla para que sea una mujer feliz, segura, autosuficiente y, sobre todas las cosas,  que se ame y se acepte a ella misma.

Solo el tiempo (y ella misma) dirán si lo logré. Ya le tocará a ella escribir o decirme frente a frente si hice o no un trabajo aceptable como madre. Y espero, entonces, poder ayudarla a sanar las heridas que yo le haya causado con mi influencia.

Antes de finalizar, hay algo que deseo agradecerte muy especialmente padre…  Y es que a pesar de toda nuestra historia, siempre recordaré que meses antes de tu fallecimiento tuviste la iniciativa de acercarte a mi justo en aquellos momentos que mi hija y yo nos encontrábamos distanciadas de ustedes. Ese acercamiento que buscaste, trajo un poco de calma a nuestra relación y fue determinante para poder estar en paz hoy….

No olvido las palabras que te dije en esa ocasión: “Es increíble padre que a estas alturas, sea precisamente contigo con quien esté hablando de forma calmada y razonable”.

Y sí, aun hoy me resulta increíble haber podido hablar contigo aquella vez como nunca antes lo habíamos hecho. Y es que en esa ocasión supiste, por primera vez, escucharme; fuiste asombrosamente comprensivo y me diste las palabras de aliento que necesitaba en aquel momento, lloraste al escuchar mi dolor, mi decepción, mi angustia…

Sin saberlo,  esa fue nuestra forma de despedirnos; no hubo aclaraciones ni reclamos, solo un intento de tu parte por acercarte a mi persona y consolarme. No sé si lo hiciste de corazón o no, pero al menos, mostraste un esfuerzo por intentarlo,  y eso lo agradeceré siempre padre.

Y también debo reconocer que, por la razón que haya sido, siempre estuviste presente en cada etapa de mi vida, ya sea para bien o para mal,  pero siempre te mantuviste cerca, y eso no puedo negarlo ni desconocerlo.

Solo me resta decirte, gracias padre, por ser como fuiste, porque sin proponértelo sigues siendo un ejemplo de lo que quiero y NO quiero en mi vida, así como de lo que deseo y de lo que tampoco deseo ser, tanto como madre y como persona.  Al final, gracias al papel que desempeñaste como padre, junto con mi madre,  aprendí a esculpir, con muchos trabajos, la mujer que, para bien o para mal,  hoy soy... y por eso te digo, gracias padre.

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OTROS ARTÍCULOS SOBRE EL DÍA DEL PADRE:

Hola papá, soy Natalia: El rechazo de un padre a su hija

EN EL DÍA DEL PADRE: Los buenos, los ausentes, los tóxicos, las frases y las madres que son padres.


jueves, 2 de febrero de 2017

Un maltratador no nace… se hace





¿Qué lleva a un hombre a someter a su pareja, ejercer violencia y, muchas veces, a cometer feminicidio? ¿Por qué muchos hombres tienden a agredir a las mujeres? ¿Qué sienten cuando golpean o cuando insultan? ¿Puede predecirse este comportamiento agresivo? ¿Cómo se ven a sí mismos?... ¿El maltratador nace o se hace? 

Un tipo que mata a su pareja no se levanta un día y dice: “Hoy la mato”. Un crimen así, generalmente, es la culminación de un largo proceso en el cual el criminal aprendió a ser abusivo con las mujeres; consciente o inconscientemente, se fue formando como un maltratador, un violento y, en su caso, terminó siendo asesino.

El maltrato NO es una enfermedad mental, no es una patología. 

Todas las personas hemos crecido influenciadas por una cultura machista y desigual. El que tiene a la mujer en la mira de sus abusos lo hace por un machismo aprendido, por la desigualdad naturalizada, por la persistente discriminación hacia las mujeres y por considerarlas inferiores, lo que en conjunto, conforma una enfermedad social,  no mental. 

Desde hace tiempo, los expertos han mencionado que existen ciertos condicionantes que determinan la conducta violenta de sujetos que atacan y subyugan a las mujeres, siendo el machismo el principal generador de violencia, el cual está naturalizado y legitimizado en la mayoría de los países del mundo. A través del machismo, los maltratadores se erigen como auténticos caldos de cultivo donde el germen del comportamiento violento hacia las mujeres florece ilimitada e impunemente. 

Los golpes en la mesa, los gritos, los insultos, los desprecios, las palizas y los asesinatos no vienen codificados en los genes. Tampoco dependen de su etnia, ni del nivel intelectual, ni de la posición económica, ni de sus adicciones... NO, un maltratador no nace, se hace. Y se hace desde muy pequeño, a través de lo que ve y aprende en cada entorno: en su hogar, con sus padres, con su familia, en la escuela, en la televisión, en el internet, en la comunidad y en la sociedad en general. Al crecer en ambientes carentes de respeto y de igualdad y donde el machismo y la discriminación prevalecen, muchos hombres tienden a  tornarse en  abusivos y/o violentos. 

El hombre maltratador tiene al miedo y la inseguridad como aliados y al sexismo como cómplice. En otras palabras, el perfil del hombre maltratador es el del hombre machista. Así de fácil, así de aterrador... La agresión, sea del tipo que sea (física, psicológica, sexual, económica), les es placentera y les reconforta en la medida en que reafirma su propia concepción de supremacía.

No podemos negar que las sociedades han otorgado una serie de derechos y privilegios al hombre, dentro y fuera de las relaciones de pareja, lo que ha legitimado históricamente un poder y una dominación sobre la mujer, de manera que el hombre utiliza la violencia hacia su pareja o ex pareja como forma de ejercer su autoridad y mantener el control de la relación.

La desvalorización de la mujer es un mal social que muchas veces se inicia en el hogar.

Cada persona tiene la libertad y la inteligencia de entender y aplicar las enseñanzas de nuestras propias vidas, o hacer los cambios que necesitemos, pero hay que reconocer que hay cosas que se absorben, conscientemente o no, y que replicamos.

Veamos, si un niño vive en un hogar donde la mujer solamente se dedica a las labores de la casa, actúa de una forma sumisa y el padre está ausente, solo es un proveedor y no colabora con las labores del hogar ni la educación de los hijos, ese niño va a observar estas conductas y son las que él va a adquirir. Por tanto, hay que cuestionarse si ese modelo es el que queremos repetir para nuestros hijos

Hoy los roles de las madres y padres están mucho más combinados que en el pasado. Hay cambios impulsados por las circunstancias económicas y el mismo desarrollo social, donde la esposa es la que sale a trabajar y el esposo es el que se hace cargo de la casa y de los niños. No es inusual ver a familias en las que los dos esposos estudian o trabajan. Allí se empieza a ver una necesidad de flexibilidad en los roles tradicionales para que entre los dos cónyuges compartan los deberes y responsabilidades del cuidado de los hijos, la casa y las finanzas.

El problema empieza cuando un esposo o la esposa se ha criado en un hogar machistas y no cuenta con la habilidad de entender las responsabilidades del hogar y de ayudar con los deberes de la casa. Por ejemplo: la esposa que ha trabajado fuera del hogar, al igual que su esposo, y regresa a la casa con la encomienda de que ella es la única encargada de limpiar y cuidar de sus hijos.

Machismo reflejado en los servidores públicos

Muchas mujeres sufren violencia verbal por parte de sus parejas, lo que deriva en violencia psicológica, amenazas de todo tipo, jaloneos, humillaciones y todo tipo de vejaciones, que cada vez se intensifican más. Pero cuando no hay marcas visibles de golpes, raramente estas conductas machistas se toman como violencia en una declaración, en una demanda o denuncia, máxime cuando es un hombre (y a veces hasta una mujer) quien toma la declaración; si no hay pruebas de golpes o huellas visibles de maltrato, simplemente ignoran y minimizan estas conductas, o bien, revictimizan a las mujeres cuestionando su versión: “Seguramente usted lo provocó”. 


La ideología machista de quienes hacen y ejercen las leyes influye sobre manera en el actuar de quienes las hacen valer, o al menos eso aparentan. Hemos sido testigos de diferentes comentarios por parte de quienes son servidores públicos al referirse a los derechos de las mujeres; suelen ser despectivos y se toman la atribución de juzgarlas por su comportamiento, por la forma de vestirse, por el trabajo en el que se desenvuelven o simplemente por el hecho de ser mujeres.

¿Y nosotras las mujeres... qué?

Tal vez deberíamos preguntarnos: Así como un maltratador no nace, sino que se hace a través de estereotipos, prejuicios, creencias y ejemplos que aprende en su entorno ¿las mujeres “sumisas”, dependientes emocionales (que no es lo mismo que dependientes económicas) y permisivas también se hacen de la misma forma? ¿Qué les estamos enseñando a nuestras hijas? ¿Será que en el hogar, en los medios y/o en la escuela les estamos enviando un mensaje de ser indefensas, complacientes y menos capaces que los hombres?  ¿Acaso no es importante fomentar desde la niñez la autoestima y el valor de las mujeres? ¿Qué aspiración tendrán muchas niñas, cuando ven en la televisión o en los medios las múltiples maneras de cosificar a las mujeres? ¿Qué hacemos, desde nuestros entornos, por construir una sociedad respetuosa e igualitaria? ¿Por qué muchas, muchísimas mujeres, al crecer creen que no tener pareja es sinónimo de fracaso o de soledad?  

Siendo honesta, considero que así como hemos podido criar futuros "machos", también hemos sido, de una u otra forma, culpables de formar mujeres temerosas, dependientes, anuladas, dispuestas a someterse a la voluntad de sus parejas. 

Debemos poner mucha atención en la educación que estamos dándole a nuestras hijas e hijos, especialmente, debemos inculcar el respeto y la igualdad en nuestros hijos varones, pues esta sociedad machista, no se cansará nunca de bombardearnos con estereotipos, prejuicios y toda clase de mensajes que solo fomentan la discriminación hacia las mujeres, y con ello, la preservación dominante del machismo. 

¿Qué podemos hacer madres y padres para evitar que nuestros hijos lleguen a ser hombres  maltratadores?

Algunas recomendaciones son:

- Potencia una actitud crítica sobre los mensajes que mandan el cine, la música, la literatura y la publicidad. 

- Habla con tu hijo sobre el amor y las relaciones afectivas. 

- Ayuda a tu hijo desde pequeño a cuestionarse los roles sociales establecidos para cada género. La mayoría son estereotipos asignados.

-Educa en igualdad. Esto implica que el proceso de crianza esté libre de estereotipos y expectativas relacionadas con el sexo.

- No toleres frases hechas, refranes, comentarios o chistes sexistas o que naturalicen la violencia. 

- Enseña a tu hijo que los conflictos siempre se solucionan a través del diálogo, sin gritos, insultos, faltas de respeto, intimidaciones o cualquier otro tipo de agresión. 

- Es esencial predicar con el ejemplo y que los conflictos que surjan entre los miembros de la familia se solucionen a través de la comunicación. 

- La familia debe ser considerada por el menor un espacio seguro en el que pueda expresar temores y donde encuentre apoyo para afrontarlos.

- Evita los favoritismos y las comparaciones con hermanas/os o compañeras/ os o aprenderá a medir su valía en función de las virtudes y defectos de los demás.

- Trata de facilitarle actividades que le ayuden a ir practicando en aquellas áreas en las que se siente más inseguro en vez de evitarlas. Este proceso de auto-superación puede ser una importante fuente de motivación y autoestima. 

- Es necesario que revises constantemente tu propio comportamiento y sistema de creencias, ya que modificar los esquemas mentales y eliminar los prejuicios aprendidos a lo largo de toda una vida es un proceso complejo.

Enseñar tanto a los hijos como a las hijas las diferentes tareas del hogar, como cocinar, lavar los platos y el automóvil; cortar el césped, barrer y trapear, etcétera. 

- Rotar las asignaciones de las tareas del hogar entre todos los integrantes de la familia. 

- Mantener una actitud positiva y de aliento al hacer los deberes del hogar. 

- Elaborar una serie de reglas al interior de la casa que todos deban cumplir. 

- Proyectar con justicia y equidad lo que se espera de los hijos de ambos sexos. 

- Apoyar a los hijos e hijas en sus estudios y animarlos a que obtengan un título y a que desarrollen sus talentos. 




Algunos psicólogos especializados en violencia de género están convencidos de que la conducta de los maltratadores se puede revertir. Sin embargo, es imposible reeducar a aquellos que no tienen voluntad para ello y lo más conveniente es actuar a edades tempranas, promoviendo la educación con respeto y en igualdad.

La solución está en nuestras manos, y aunque cada uno aplicará los valores con los que fue creado y educado, la elección o no de practicar los valores donde el respeto sea prioridad no depende de la clase social o económica. Depende de cada uno de nosotrxs.

La clave está que desde la infancia se establezca una educación en valores, en derechos humanos y en igualdad entre hombres y mujeres, que no haya diferenciación de roles y estereotipos entre niños y niñas. La clave para erradicar la violencia de género es iniciar la prevención desde la infancia. A estas alturas donde la violencia contra las mujeres es interminable, y cada vez más extendida, es imprescindible enseñar a los más pequeños que los hombres deben respetar a las mujeres.


MUJERES:

Es importante que desde la niñez hasta que son mayores de edad, los hijos e hijas aprendan y desarrollen las habilidades necesarias para cuando llegue el momento de ser adultxs, de que sean responsables en lo tocante al funcionamiento de su propia casa y, al mismo tiempo, al mantener una relación equitativa y de solidaridad con los miembros de la familia que está formando.

Al combatir el machismo en el seno de la familia se contribuye a erradicarlo de la sociedad para hacer de éste un lugar en el que todas las personas, mujeres y hombres, puedan desarrollarse en un clima de respeto y equidad.


((()))

FUENTES:







domingo, 19 de junio de 2016

Y hablando del Día del Padre....






Hoy se celebra el Día del Padre: 

¡A TODOS LOS PADRES RESPONSABLES, AFECTIVOS, CONSCIENTES DEL EJEMPLO QUE DEBEN DAR Y QUE ESTÁN SIEMPRE PRESENTES EN LA VIDA DE SUS HIJ@S EN TODOS LOS ASPECTOS... FELICIDADES DE TODO CORAZÓN!

De mi padre podría decir muchas cosas, pero confieso que NO le diré ¡felicidades!.... 

Viví con mis padres toda mi infancia, adolescencia y parte de mi adultez y fue con mi padre con quien conocí, desde muy pequeña, lo que es el machismo en sus expresiones más extremas. Reconozco que siempre ha sido un hombre carente de demostrar afecto, respeto, comprensión y empatía. Durante mucho tiempo nos enseñó a tenerle miedo más que preocuparle enseñarnos el concepto de amor o de apoyo incondicional; siempre expresó sus ideas misóginas de muchas maneras, haciéndonos sentir que al ser mujeres (fuimos tres hijas) ya éramos parte de un grupo de perdedoras; con él aprendí, duramente, la diferencia entre una reprimenda y una ofensa letal. Su enorme soberbia le impiden, aún hoy en día, darse cuenta del dolor que durante muchos años causó, y argumenta cosas como "así me enseñaron en mi casa" o "nunca les pegué", o "fue culpa de mi alcoholismo", y luego de su abstencionismo, y cosas así en las que nunca acepta sus culpas ni sus carencias ni sus ofensas. 

No, definitivamente no puedo presumir de haber tenido un padre ejemplar. Pero hoy, siendo una mujer hecha y derecha, entiendo que nunca debí ser tratada así, y que el respeto y la dignidad deben gobernar mi vida. 

Y debido a que mi padre, después de tantas cosas vividas y, sobre todo, a pesar de tantas oportunidades que por amor ha tenido para demostrar que él también ha evolucionado, sigue sin cambiar su forma de ser, por lo que confieso que hace un par de meses opté por alejarme de él, pues he aprendido que la gente tóxica (sea quien sea) nunca dejará de hacer daño, y lo ideal es mantenerse alejada emocional y físicamente por bien de todos, sobre todo, el mío. 

LEER: "EN EL DÍA DEL PADRE: Los buenos, los ausentes, los tóxicos..."



Dicen que "los patrones suelen repetirse", y cuando llegué a una edad adulta, sin darme cuenta, opté por elegir una pareja aún más destructiva. Tomé la peor decisión: casarme con un ser despreciable, insensible, petulante y misógino, de esos que ninguna mujer merece. 


Este sujeto tampoco ha sabido (ni querido) ejercer su rol de ser un verdadero PADRE. Solo cooperó conmigo para engendrar a una niña hermosa, hoy toda una mujercita responsable, trabajadora y eterna luchadora. 

Sin embargo, el susodicho tipejo va por la calle con su eterna máscara de hombre responsable, honesto, trabajador y con dinero, cuando en realidad es un tipo falso, irresponsable, deshonesto, avaricioso y sin el mínimo amor por nadie, porque quien no ama a un hij@, no ama a nadie. 


No obstante, a pesar de todo, agradezco a mi padre y a mi ex marido, pues gracias a todo lo que viví con cada uno de ellos, en cada etapa y en cada momento, hoy soy una sobreviviente indiferente a los golpes que ellos, o cualquier otro igual, suelen dar de formas diversas; soy una mujer fuerte que ha entendido los conceptos de respeto, dignidad y amor por una misma; soy una luchadora que no se cansará de conscientizar a otras mujeres para alejarse de todo aquello que les cause un daño mental, emocional o físico.




¡¡GRACIAS A QUIENES NO SUPIERON SER PADRES, 
Y A LOS QUE SÍ LO SON DE VERDAD, MUCHAS FELICIDADES!!





LECTURA SUGERIDA: La Herida Paterna

lunes, 11 de abril de 2016

¿FELIZ MES DE LAS NIÑAS Y DE LOS NIÑOS?



Este 30 de abril se celebra en México el denominado Día del Niño. Tradicionalmente se refiere a un día donde los niños y las niñas de este país son festejados por su condición de infantes. La tradición de dicha celebración incluye varias formas de festejarlos, como no ir a clases, regalarles dulces, tal vez algún juguete y, en general, brindarles un poco más de atención de la que, supuestamente, tienen, para dejar en sus corazones un agradable recuerdo de esta etapa.

¿Niñez es sinónimo de felicidad?

¿Cuántas veces no hemos escuchado a varias personas, amigos o no, decir frases como: “Mi infancia fue la etapa más feliz de mi vida”, o “Todos los niños a esa edad son felices”? 

Con todo respeto, yo no concuerdo con eso. No creo que por el hecho de ser infantes, automáticamente TODAS y TODOS l@s niñ@s sean felices. Lo que creo es que la mayoría de las niñas y los niños tienen algo en común: la inocencia. A edades tempranas no tienen malicia ni grandes complicaciones, no se dificultan la vida pensando en expectativas de lo que harán o quieren en un futuro, simplemente viven cada momento de sus vidas, ya sean buenos o malos y, muchas veces, sin pensar en el por qué, cómo, cuándo o para qué…. No, no tod@s los niñ@s son felices tan solo por el hecho de vivir en la etapa de la infancia.

Quienes hemos sido niñas y niños podemos echar un vistazo hacia atrás para darnos cuenta que, desde temprana edad, hemos sido conscientes de muchas cosas de nuestro alrededor, las cuales, nos causaron alegrías pero también tristezas; seguramente vivimos cosas que nos generaron sonrisas, pero también hubo otras que nos causaron sufrimiento,  llanto y ansiedad;  tal vez muchos fuimos queridos y atendidos,  pero otros, desafortunadamente, tuvieron que experimentaron desamor, desatención y maltratos. Los que hoy somos adultos sabemos que solo con el transcurso del tiempo fuimos capaces de ir entendiendo y asimilando cada cosa que vivimos en nuestra infancia y que nos causaron diferentes estados de ánimo; muchos adultos hemos logrado que esas cosas nos hicieran ser más fuertes y mejores, pero en otros casos, hay traumas, dolor, falta de autoestima, entre otras consecuencias.

Las niñas y los niños, además de poseer el don de la inocencia, son seres con inteligencia y con sensibilidad, lo que les permite percibir cada hecho que sucede a su alrededor. Son capaces de sentir, transmitir, absorber, imitar, aprender…..

Muchas veces, en la etapa de la niñez se viven ciertas circunstancias en donde solo queda  ver, sentir, asumir y callar, como una forma de auto-protección, pero eso no implica que no se entienda lo que sucede en el entorno. 

Es una realidad que la mayoría de las niñas y los niños de este planeta, tienen problemas, ya sea de forma directa o indirectamente. Podemos empezar mencionando aquellos que se presentan en su núcleo familiar, como son las discusiones y los problemas en casa. Muchas veces tienen que ser testigos, y padecer, maltratos cotidianos y, en muchos casos,   violencia extrema. Muchas niñas y niños padecen los estragos de un padre golpeador, de una madre que por miedo no sabe qué hacer; viven diariamente problemas de dinero, o adicciones, con familias totalmente disfuncionales. Lo grave es que no cuentan con apoyo económico, emocional ni de ningún tipo para hacer frente a situaciones de ninguna clase; muchos son abandonados a su suerte, o bien, son obligados a trabajar en ambientes sumamente riesgosos. En otros casos, son vendidos y usados como esclavos sexuales y laborales. En general, muchas niñas y niños de cada rincón del mundo, no son atendidos  ni respetados en sus derechos más fundamentales.

No importa la clase social, los problemas que se presentan en la niñez y la adolescencia no discriminan. Por eso, quienes tenemos hijas, hijos, primos, sobrinos, vecinos o conocidos que vivan la etapa de la infancia, estamos obligados a brindarles estabilidad, amor, fuerza, respeto y una serie de valores esenciales para vivir, ya que de otra forma, les generaremos (como sociedad) un gran conflicto mental, emocional y físico, de consecuencias graves, tales como problemas escolares, bullying, ausentismo,  falta de amor propio, lo que los llevará a refugiarse en drogas, malas compañías, delincuencia, embarazos, ETS, suicidios, etc

En mi caso,  puedo decir con toda honestidad que no, yo no fui una niña 100% feliz durante toda mi infancia. En efecto, fui inocente pero a la vez consciente, pues desde temprana edad viví los problemas que se presentaban en mi hogar, además de los que tuve en la escuela, como el  bullying (antes no existía ese nombre, pero para el caso era lo mismo), entre otros.  Nada de eso me hacía feliz, al contrario, me causaba ansiedad, tristeza, confusión, pero con el tiempo fui entendiéndolos, asumiéndolos y madurándolos hasta que se convirtieron en experiencias que forjaron mi carácter, marcando una parte importante de mi vida. 

Sin embargo,  fue justo en la etapa de la niñez cuando viví un acontecimiento que me marcó para siempre,  el cual experimenté a los 8 años, es decir, una edad cuando, supuestamente, debía vivir una “plena y feliz” infancia, a pesar de los problemas que inevitablemente se presentaban en el entorno que me rodeaba.

Esa experiencia ya la he comentado en posts anteriores, pero la retomaré en esta ocasión  a manera de contexto,  debido a que en estos días hemos sido testigos,  a través de las redes sociales,  de una serie de denuncias públicas que tienen que ver con asuntos de abuso sexual….

Primeramente, hay que mencionar que la violencia sexual a nivel mundial alcanza cifras inimaginables. Es sumamente lamentable que las mujeres de todo el mundo y a cualquier edad, tengamos que experimentar y tolerar estas aberrantes prácticas que  vulneran y pisotean los derechos que, todas y todos tenemos, como la libertad de salvaguardar nuestra dignidad y nuestra integridad emocional, física y sexual.

Algunas cifras a nivel mundial:

*Según ONU Mujeres cada 18 segundos una mujer es violada. Podrían ser nuestras hermanas, hijas, primas, vecinas, amigas, madres o nosotras mismas. 

*Tres mujeres por minuto viven violencia sexual. 180 mujeres cada hora son violadas en alguna casa, calle, oficina; en una playa, en un auto. 

*No importa la edad, la violencia sexual abarca desde que nacemos hasta que morimos.

*4,320 hijas, hermanas, madres, niñas, abuelas son violadas diariamente. 

*30, 240 mujeres cada semana sabrán lo que significa la violación. 120, 960 mujeres son violadas cada mes en su patria. 

*Un millón 451,520 mujeres cada año comienzan la ruta de la supervivencia para aprender a vivir después de haber sido víctimas de violencia sexual. 


Lydia Cacho, excelente periodista mexicana, acertadamente afirma: "Si esos números no nos hacen entender que estamos frente a un sexismo criminal que exige justicia y educación contra el machismo abusivo, nada lo hará". Terroríficamente cierto, ¿no es así?.


Hablando específicamente de México, las cifras son más dolorosas, pues particularmente es el país donde nací y crecí; donde engendré y he tenido la dicha de ver crecer a mi hija; donde he echado mis raíces, donde mi familia se encuentra, donde mis amistades más cercanas y queridas viven;  donde he podido crear y desarrollar este trabajo social que, afortunadamente, llega a muchos lugares lejanos y distintos que han acogido nuestros espacios de manera cordial y afable. Es por todo lo anterior que hoy tocaré el tema del abuso sexual infantil desde mi propia experiencia.

Mi amarga experiencia

En los últimos días ha circulado en internet un video donde puede observarse, a primera vista,  a una familia común, comiendo y conviviendo, aparentemente, de forma normal en un restaurante que, se dice, se ubica en la Cd. De Tabasco.

Sin abrir la nota para ver el video, dudé un poco al leer el encabezado, pues decía algo así como: IMÁGENES FUERTES, ABUSO SEXUAL A NIÑA .   Se notaba como una nota amarillista y morbosa, por lo que, primeramente, pensé en no abrirlo. Sin embargo, durante algunos minutos pensé y lo asocié a otros casos que, recientemente, han sido dados a conocer también. Me llamó la atención que todos tienen en común un factor: la violencia sexual a menores de edad.

  • Es sabido que en estas semanas también ha circulado una noticia acerca de la violación tumultuaria sucedida en el estado de Veracruz, llevada a cabo por un grupo de delincuentes denominados "Los Porkys de Costa de Oro". VER NOTA: http://goo.gl/fH5B83
  • Amismo, en el estado de Querétaro (ciudad donde radico) se ha escuchado mucho una nota acerca de un agresor sexual que, cínicamente, entró a un renombrado cine a masturbarse junto a una niña. VER NOTA: http://goo.gl/NnBJZc
  • En el mismo estado de Querétaro, correo la noticia de un violador serial, quien siendo un reconocido arquitecto, nadador profesional y un "ejemplar" esposo y padre de familia, se dedicó a violar a más de 5 jóvenes. VER NOTA: http://goo.gl/9oII7C
  • Lo anterior, sumado a la serie de abusos que cotidianamente se dan en contra de las mujeres (como los casos de acoso y agresiones en la calle), sin importar la edad, condición, profesión ni ninguna característica especial. Ni hablar de las desapariciones, feminicidios, ni de todos los demás casos que se saben y, sobre todo, de los que nunca sabremos.
Todo lo anterior  hizo que me detuviera a reflexionar un poco sobre el video, el que en un principio me negué a observar pero, finalmente, decidí que sí lo haría. Mi impresión, primeramente, fue como la de la mayoría de la gente que lo ha visto, de indignación, repugnancia, coraje…. Pero en mi interior se despertó algo más: el recuerdo de aquella amarga experiencia que viví cuando tenia 8 años de edad. Al ver la forma en cómo el agresor del video abusa de la niña, de inmediato me trasladé a mi salón de clases, a aquellas veces en que mi profesor de mi 3er grado de primaria llamaba a las niñas del grupo, una por una, para que pasáramos a su escritorio a leer algún capítulo de algún libro. Ahí, mientras él se encontraba sentado a nuestro lado, abusaba de nosotras frente a la clase, de la misma forma en que el agresor del video lo hace con su pequeña víctima en aquel restaurante.

No, definitivamente no creo que la violación ni el abuso sexual se olviden nunca; no son cualquier cosa, tampoco creo que se superen de forma absoluta. Siempre quedará un amargo recuerdo en algún rincón de nuestra memoria que, en cualquier momento, brotará causado por algún detonante, lo que nos hará sentir la impotencia que vivimos en cierto momento. Y no es para menos, pero a pesar de ser así, una aprende a vivir con las experiencias de la vida, por más dolorosas que sean.

No lo niego, me tomó algunos minutos reponerme, pero lo más increíble fue darme cuenta lo que días después iba sucediendo: el agresor se convertía en víctima (lo mismo de siempre)… En algunas notas que navegaban por la red, ciertos “expertos legales” alegaban que el verdadero culpable en este asunto era quien había osado grabar el video, ya que vulneraba los derechos del “presunto agresor” al exponerlo públicamente (VER NOTA: http://goo.gl/uGg8ym )

En primer lugar me pregunto, ¿por qué siempre, a pesar de las claras evidencias, llaman "presunto" a un verdadero culpable? Claramente, en el video  se observa cómo el agresor abusa de la niña frente a todo el restaurante. Y eso en un hecho innegable, no importa qué relación tenga el sujeto con la niña, puede ser su padre, su abuelo, su vecino, su maestro.... el hecho es que el sujeto está violentando el derecho que la niña, como todos los niños del mundo tienen, a proteger su dignidad y su integridad emocional y física.

En segundo lugar pregunto: ¿Por qué acusar a quien grabó el video? ¿Qué derechos viola del agresor... el de su privacidad, el derecho a guardar su identidad mientras comete un delito en contra de una niña de 5 años que no puede defenderse? , ¿Qué importa más, los derechos de un pederasta agarrado infraganti, o los de la niña que, como puede verse en el video,  no tiene nadie que le ponga atención y mucho menos que la defienda? ¿Por qué decir que en lugar de haber grabado ese desagradable momento, se hubiera acercado a reclamarle al sujeto, a acusarlo con las mujeres que se encontraban frente a él, o bien, a llamar a la policía o haber acudido a denunciarlo a una agencia del MP? ¿En verdad hay alguien que crea que si se hubiera hecho algo de lo que se menciona, las mujeres que acompañaban al sujeto hubieran reaccionado de forma positiva? ¿le hubieran creído de pronto a un extraño que se acercaba a alertarlas sobre un asunto muy delicado y grave? ¿En verdad la policía habría acudido de inmediato a cumplir con su deber? Si se hubiera acudido al MP directamente ¿habrían levantado de forma eficiente, pronta y con apego a las leyes correspondientes la denuncia correspondiente? ¿O habrían actuado, como generalmente se acostumbra, revictimizando y  culpando a terceros?  ¿Habrían ido por el agresor para sancionarlo o para cubrirlo y dejarlo ir? ¿Acaso las leyes de todas las entidades protegen realmente los derechos de los infantes y de los denunciantes? ¿Qué artículo de la ley sanciona el abuso sexual como un delito grave?....

En resumen: ¿Qué harán las autoridades ahora que se tiene una prueba evidente en dicho video sobre el abuso cometido a una niña? ¿Desecharán la prueba, dirán que no es una evidencia contundente, o perseguirán a quien tomó el video por vulnerar los derechos del agresor....? ¿Qué harán? O mejor dicho, ¿qué están haciendo para que, específicamente este caso, sea sancionado como la sociedad lo exige? Ya han pasado varios días desde que se dio a conocer esa información y hasta ahora NO se ha hecho nada, o ¿acaso las autoridades ya identificaron al sujeto?, ¿ya saben dónde vive, qué hace, qué relación tiene con la niña.... y por qué la niña sigue expuesta y en riesgo? Son preguntas que hasta ahora quedan en el aire, como la gran mayoría de las veces, pero sabemos la  respuesta, y no se necesita adivinar, solo analizar que, hasta ahora,  no ha pasado NADA después de haberse dado a conocer dicho acto criminal. Seguramente, y como siempre,  quedará en la impunidad....

Si dejan pasar este hecho como un "hecho aislado" solo servirá para naturalizar este tipo de actos, el cual  se sumará a los miles y miles de casos de violencia machista y sexual que diariamente se cometen en contra de las mujeres y las niñas (y niños también).

Mi profesor de primaria NUNCA recibió en castigo que realmente merecía. Imaginen, fue un hecho ocurrido hace casi 40 años, una época donde era mucho más difícil hablar sobre estos temas, donde el manejo de información era sumamente difícil, rezagado, ineficiente.... Mi agresor solo fue cambiado de escuela, por lo que seguramente siguió cometiendo este tipo de abusos con otras niñas. Lo increíble es que a más de 40 años, la impunidad y la corrupción siguen presentes. De no ser así, a estas alturas, esta aberrante práctica ya no se llevaría  a cabo, pero como los agresores no reciben el castigo que merecen, el abuso sexual infantil continúa de forma descarada, cínica y casi naturalizada….

Confusión, miedo vergüenza culpa, son los principales sentimientos que toda víctima de abuso sexual atraviesa, haciéndonos callar en primera instancia. En mi caso, evité, durante el resto de mi niñez, hablar sobre el tema, me sentía hasta culpable por haber callado mientras era abusada, pero con el tiempo, entendí que esa culpa no era mía. Hubo factores que, siendo niña, yo no pude controlar ni entender, como por ejemplo, las amenazar sutiles que el agresor lanzaba; la confusión de saber que alguien "de confianza" es quien está invadiendo partes del cuerpo que muchas veces, una niña de esa edad no conoce. El miedo a no saber expresar lo que se siente, o no saber si el castigado va a ser uno. En fin, son muchas cosas que pueden atravesar por la mente y el corazón de un menor que ha sido víctima de abuso.


Hay que hablarlo y exigir sanciones

Yo he ido superando la experiencia que viví en la infancia. Primero, callando, pero con el tiempo aprendí que lo mejor era enfrentar ese demonio. Así que opté por hacer un trabajo interno, conmigo misma. Luego, comencé a hablarlo, de entrada, con algunos familiares, luego con ciertos amigos, posteriormente con quien fue mi esposo, con mi hija y ahora trato de ayudar compartiendo mi experiencia, así como mi testimonio de supervivencia, a mujeres que han pasado por lo mismo, sin dejar de lado la tarea de conscientización para llevar a cabo una tarea de prevención con nuestras hijas e hijos.

Lo más importante de esto fue cuando me atreví a contárselo a mi hija, con la única intención de alertarla, de protegerla, de advertirle que nunca, nadie, sea quien sea, bajo ningún pretexto, debía tomarse la atribución de tocarla. Cuando ella lo supo tenía 5 años, y fue capaz de comprenderlo. Hubo gente que me dijo que era muy chica para entender eso, que tal vez le provocaría sufrimiento o ansiedad, pero no me importó, preferí el camino de la prevención le proporcioné directamente información, con términos adecuados a su edad, pues el abuso sexual puede presentarse en el momento menos esperado y por quien menos se puede esperar.

Como madres (y padres),  debemos saber que nuestras hijas e hijos no siempre nos contarán todo (ya vimos algunos factores que intervienen para que ellos opten por no hacerlo).  Por eso, debemos mantenernos siempre atentas. Suena horrible, pero no debemos confiar a nuestras hijas e hijos pequeños con nadie. Debemos estar muy seguras de saber a quien se los dejamos y aún así mantenernos muy atentas a los comportamientos de los adultos y de nuestr@s hij@s. No se trata de entrar en una paranoia, pero sí de ser más precavidas. También debemos hablar con nuestr@s hij@s sobre el tema, preguntarles si alguien cercano, conocido o amigo, los ha tocado inapropiadamente,  en lugares que pertenecen solo a su intimidad. En fin, amar a nuestr@s hij@s implica hablarles con la verdad (según su edad) y mantenernos cerca y muy atentas, porque NINGUNA niña o niña debe ser vulnerado de ninguna forma. 

A las autoridades, debemos exigirles, como sociedad, que este tipo de conductas criminales (abusos, violaciones, acoso, etc) sean realmente castigadas. Si no hay leyes severas, pues que las hagan.... ¡pero ya!. Y no solo eso, además, deben crear mecanismos que permitan el acceso a la justicia SIN revictimizar ni culpar a las verdaderas víctimas. Debe haber herramientas que ayuden a superar cualquier episodio de este tipo. Pero sobre todo, las víctimas deben sentirse seguras de que, al momento de sufrir una agresión, puedan acudir con las autoridades con la confianza de que verdaderamente se les ayudará durante todo el proceso de denuncia, y no se les abandonará hasta que se haya hecho justicia..... De otra forma, solo continuarán fomentando y perpetuando la violencia, no solo la sexual, también la emocional, física, mental, social, institucional y de todos los tipos que hay.






MUJER:

En mi opinión, la felicidad es algo que vamos aprendiendo en el camino de la vida, a través de la comprensión, del amor por una misma, del perdón, del trabajo interno diario que cada quien realice para poder tomar una decisión: ser felices a pesar de lo que hayamos vivido, siempre con la meta de ser mejores.

¡DECÍDELO YA!, y enséñales a tus hijas e hijos a ser felices, a amarse y a cuidarse.
Enséñales  a conocer los derechos que tienen.

Educa con el ejemplo, en un ambiente de amor por si mism@s,
y donde el respeto y la igualdad prevalezcan.


((()))

FUENTES:
http://www.maspormas.com/2016/04/04/lcacho7/

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