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sábado, 12 de noviembre de 2011

¡Nadie me va a creer... fui violada por mi pareja!: VIOLACIÓN MARITAL


¡Nadie  me va a creer! Es lo primero que afirman aquellas mujeres que han sido abusadas sexualmente o violadas por sus parejas. Denunciar, ni pensarlo... prefieren callar. Pero el drama no termina ahí. En ellas, la herida psicológica, emocional y física es profunda y genera, entre otras cosas, depresión, alcoholismo y hasta el suicidio.

La violencia sexual dentro de una pareja, es un eslabón más de la cadena de agresiones que una mujer ha padecido con antelación, solo que ignoró las señales de advertencia.


Ninguna mujer  merece ser violada…

En esta entrada hablaremos de la Violación Sexual Marital, que es la agresión sexual sufrida por una mujer por parte de su pareja (esposo, amante, conviviente, concubino) o ex pareja. A lo largo del artículo, mencionaré información relevante sobre dicho tema, e intercalaré 3 casos que ejemplifican claramente el abuso y violación sexual en una relación, entre ellos, mi propia experiencia. Comencemos con el primero de ellos…


Andrea:
Andrea, profesional de 25 años, llevaba cuatro con su novio. Lo quería mucho, mucho. Demasiado para imaginar lo que le pasaría. En una fiesta que organizó para sus amistades en su departamento nuevo, donde desde hacía poco tiempo vivía sola, fue abusada sexualmente por quien más quería, su flamante novio. 

Ese día, tras una discusión, los dos sentados en la cama, hablaron, lloraron y se pelearon hasta que el pleito subió de tono. Ambos habían bebido. Por un momento, las cosas se calmaron y después del abrazo vino un beso; pero algo fue distinto: él fue más brusco, la tomó de las muñecas y Andrea, pasmada, creyó que era una broma. La apoyó contra una pared. Ella vio su cara transformada, desconocida en él hasta ese momento, y le gritó: “¡¡Así no, cabrón!!”.


Pensó en la vergüenza, pero gritó, rasguñó y suplicó que no lo hiciera. Cerró los ojos y aguantó el dolor, pensó que si se trasladaba mentalmente a otro lugar no sentiría nada. Con una sensación mezcla de asco y pena rodó por el piso, sintió náuseas, lloró, suplicó, y arrodillada sobre la alfombra no podía dejar de pensar: ¡cómo pude dejar que pasara

Después de eso le grité: ¡¿por qué me hiciste esto, maricón?! Él me pidió perdón, me ayudó a levantarme, pero le pegué y le dije que no quería volver a verlo en mi vida. Me encerré en mi pieza, hasta que se fueron todos los invitados; me prometí que nadie lo sabría. ¿Quién iba a creer que alguien con quien siempre me acostaba me había violado?" 

Lo peor vino después: estrés postraumático; el episodio era una idea que le corroía, que no dejaba de repasar: “Tomaba hasta borrarme, odié a los hombres y ni yo misma me soportaba. ¿Cómo tanta tontera y fragilidad de mi parte? Me puse violenta, mis amigos empezaron a cachar algo raro, nunca sentí tanta pena en mi vida, pero jamás pedí ayuda a nadie”. 

Ahora, Andrea recuerda actos de crueldad por parte de su novio, y cree que la violación no fue un hecho aislado, sino dentro de un marco patológico que debió alertarla, pero recién ató cabos sueltos después del abuso: “Una vez veníamos tarde de una fiesta y a un perro que nos ladró, él lo golpeó, lo pateó en el hocico, y aunque yo le gritaba que era suficiente, continuaba. Su reacción sádica me dio pavor, pero no fui capaz de imaginar que un día me violaría”. 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define a la violencia sexual como:

Todo acto o tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción (imposición) por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo". 


La coacción no implica sólo el uso de la fuerza física, sino también la intimidación, la extorsión, las amenazas y la incapacidad física o mental para dar el consentimiento. 

El término, “violación matrimonial o marital” se usa para describir los actos sexuales llevados a cabo sin el consentimiento  de una mujer con su esposo, ex-esposo o compañero íntimo. Él puede usar la fuerza física o amenazas de daño contra ella u otra persona si  se resiste,  causando  en la víctima miedo e indefensión.

Estos actos sexuales pueden incluir: 

* Forzar el pene en la vagina

* Forzar el pene en el ano o forzar el pene en la boca 
* Forzar actos sexuales con otras personas
* Otras dolorosas y humillantes actividades sexuales que no son consentidas

Es violación si tu compañero usa fuerza, amenazas, o intimidación para someterte a cualquier acto sexual.

Investigadores que han hablado con violadores que son esposos de las víctimas, llegaron a la conclusión que ellos violan para expresar rabia, para reforzar poder, dominación, y control sobre las esposas y sus familias.



Tipos de violaciones matrimoniales: 


Golpear y violar: 
Es la combinación de sexo forzado y golpes.  Las violaciones con golpes son actos que incluyen incidentes donde además del abuso sexual hay abuso físico, las historias de este tipo se caracterizaban por forzamiento físico, el arrancarles la ropa, tirarlas a la cama, sujetarlas de brazos y piernas para realizar el acto sexual. Durante este acto forzado, las mujeres  no muestran resistencia porque de hacerlo aumentan el maltrato físico e insultos. Los insultos son muy reiterados y mayormente se vinculan a emociones de celos excesivos por la confesión que ellas les habían hecho de sus relaciones sostenidas con anteriores parejas (aún cuando estas relaciones no son extra-maritales o infidelidades), en los insultos se expresan frases como: conmigo no quieres, pero con el otro si quisiste, una suerte de ajuste de cuentas o pago de factura por “no haber sido sólo para ellos”. 


En múltiples historias es evidente la actuación complementaria y pasiva de las mujeres, debido al sentimiento de culpa que les crea la pareja, su baja autoestima, la dependencia económica, la carencia de redes sociales, entre otras, las convierte en presas débiles que deben someterse al destino que “les ha tocado vivir”. Otra de las razones es la presencia de los/as hijos/as en casa y quieren evitar evidencias del hecho, o como señala alguna víctima: “para no dar un mal ejemplo a los hijos”. 

Violación forzada solamente: 
Se utiliza la fuerza necesaria para coaccionar a tener relaciones sexuales. Las violaciones sin golpes se dan generalmente en matrimonios de clase media y se caracterizan por tener menos violencia y abuso físico, las historias narran cómo las descalificaciones, burlas sobre su cuerpo, entre otras actitudes de su pareja les produce poco interés o rechazo a tener relaciones sexuales, pero por el chantaje por el dinero del que dependen, el miedo a la soledad que les producen las amenazas de abandono, entre otras razones, las conlleva a entrar a un acto sexual en contra de su voluntad.


La inseguridad que causa el chantaje de abandono de sus parejas también genera que se mantengan en una relación aparentemente complementaria, es decir, seguir el juego en contra de su voluntad, sin negociar sus deseos, lo permitido y prohibido en el acto sexual. Esta situación las conviertes en una suerte de sombras que se proyectan a través de los deseos del otro, a estar atrapadas en un círculo vicioso sin salida, como una de ellas dijo: “muchas veces no tengo deseos de hacer el amor con mi esposo, pero si no acepto estar con él, me dice que se irá con otra, que afuera hay mejores”. 

La baja autoestima, autoimagen y seguridad personal es otra de las características para este tipo de violaciones: mujeres que se sienten poco atractivas, muy poca cosa con relación a sus maridos o parejas, con mucho miedo a la soledad, entre otras. Esta fragilidad las conlleva a ser sujetas pasivas en la relación sexual, mujeres que renuncian a sus derechos básicos aunque esta renuncia les signifique dolor.


Violación obsesiva: 
Se usa la fuerza para llevar a cabo actividades sexuales que pueden catalogarse como extrañas y perversas. En estas violaciones, por lo general, el énfasis no está en causar dolor de manera sádica, sino en obtener la propia satisfacción usando de la fuerza.


Las violaciones obsesivas se caracterizan por la presencia de preocupaciones sexuales inusuales de los maridos, las mujeres hacen referencia a actos sexuales que sus maridos no suelen acostumbrar. Sus parejas, obsesionados por la pornografía, exigen que sus mujeres hagan lo que en los materiales pornográficos observan. Los hombres pueden tener rituales muy estructurados en referencia con la sexualidad, expresan una necesidad de violencia para acceder a la mujer.

Vínculo agresor-víctima:
La agresión, ya sea sexual, física o sicológica, constituye un abuso de poder. Un agresor puede ser alguien con una forma primitiva de relacionarse. Según especialistas, son personas con un desarrollo emocional muy básico. Satisfacer sus deseos de forma inmediata es lo único que les importa, y si no lo logran se frustran y agreden: Este tipo de hombre parece haber quedado estancado en la niñez. También hay personas con una autoestima muy baja. Un hombre así puede violar a una mujer y pedirle que le diga que lo ama. Ella se lo dirá, pero porque tiene un cuchillo en el cuello.

Las violaciones y asaltos sexuales son planificados; no son resultados de estallidos impredecibles de pasión. El plan suele ser sutil y complejo, envolviendo amenazas y acciones manipuladoras. Por ejemplo, temprano por la tarde, el violador pudo haber demostrado su fuerza de una manera juguetona, jugando luchas o quizás le mostró a ella su colección de pistolas, o tal vez le mencionó de actos violentos que él cometió en el pasado. El propósito es plantar las semillas del miedo que van a socavar sus defensas cuando sea atacada. 


Los violadores que buscan poder y violan a sus acompañantes durante una cita a menudo razonan: “Era una cita y ella sabía lo que iba a pasar" (como si la violación fuera parte de todas las citas); o "No debió de haber tomado tanto si no quería hacer eso" o "Ella no opuso resistencia ni gritó"(como si el estar inmovilizada por el miedo o en estado de ataque debería interpretarse como consentimiento.) 


Las mujeres que han sido violadas por sus esposos o acompañantes en una cita experimentan muchos de los mismos temores y sentimientos que las víctimas de cualquier otro asalto sexual. Sufren sentimientos de culpabilidad ("¿Fue algo que yo dije o hice?"), de temor ("¿qué tal si sucede otra vez?") y la pérdida de confianza ("¿cómo pudo haberme hecho esto?") 

La víctima necesita saber que fue el plan del violador y no sus acciones lo que condujo a la violación sexual. Necesita escuchar que él, marido o no, es un criminal y que ella no es cómplice del crimen, sino más bien es una víctima. Necesita entender que sus reacciones durante el asalto, ya sea si escogió no poner resistencia o gritar o cualquier otra táctica, fueron necesarias para sobrevivir. Solo sus instintos pudieron alertarla si existía el potencial para violencia en ese momento y ella hizo lo correcto en confiar en sus instintos. Si elige o no el acusar, es importante que ella contacte a alguien capacitado para trabajar con víctimas de abuso sexual para que así el proceso de sanación empiece lo más pronto posible.

El contacto sexual indeseado no tiene por qué ser físico o violento. En su lugar, puede ser verbal, visual, o cualquier acto que fuerce la voluntad de la mujer a tomar parte en un contacto o conducta sexual no deseados. El abuso y/o la violación pueden ocurrir sólo una vez o en múltiples ocasiones, y pueden ocurrir en relaciones no violentas, dominadas por el respeto en otros ámbitos. En cualquier caso, esto no hace que el comportamiento de la pareja sea aceptable. Sigue siendo abuso sexual y/o violación. Así que, simplemente porque tu pareja te trate bien en otros momentos de la relación, no significa que no esté cometiendo abuso sexual o violación contra ti, cuando tú no des tu consentimiento.


Aunque el abuso sexual y/o la violación pueden ocurrir en relaciones no violentas, son más comunes en el marco de relaciones en las que se dan otros comportamientos violentos y abusivos. Por ejemplo, se estima que la violación ocurre en hasta un 70% de relaciones en las que hay violencia doméstica. Si vives en una relación en la que se da violencia doméstica, deberías considerar si has sido abusada sexualmente y/o violada.


María Jesús:
María Jesús es comunicadora social y hoy se atreve a destapar lo que no saben ni sus mejores amigas. Tiene 36 años y hace tres se separó de su marido. Ella nombra el momento de la agresión como “el día en que él se murió”. Así le dice, desde su dolor más íntimo, porque es un secreto que ha guardado bajo siete llaves. 


Fue resiliente, no quiso ser víctima, ni hacerle daño a sus hermanos: “Si ellos supieran se mueren”. Pero el daño se nota cuando habla del ex marido con aborrecimiento: “Si hubiera podido matarlo, lo habría hecho”. 


Vivían en su casa cuando sucedió. Ya no tenían relaciones sexuales hacía meses, él a veces tomaba, y ya habían hablado de separarse. Un día llegó con trago: “No me escuchó y comenzó a violarme, miré mi brazo y lo único que tenía a mano para defenderme era una pulsera de oro que tenía, le pegué tan fuerte en la frente que le quedó marcada un mes. Al otro día me imploró perdón de rodillas. Le dije que nunca más me hablara”. 


Si le preguntan por qué una mujer perspicaz como ella se enamoró de un hombre así, aclara con una respuesta nostálgica: “Era un hombre de gran corazón, sencillo y artista. Cuando lo conocí, fue amor a primera vista. No le importaba el dinero, era soñador y pensé que era la indicada para salvarlo del alcohol, e ingenuamente creí que cambiaría”.


Consecuencias:

Las reacciones del shock después de vivir una experiencia extrema de estas características pueden ser variadas: Hay reacciones que son una forma de eliminar el daño, como las diarreas y el vómito. Pueden tener temblores, pesadillas, pensar constantemente en la situación como una forma de digerirla. En los casos más graves se puede sufrir de alcoholismo, para evadir lo que les ha sucedido, tener aversión a los hombres o, en el caso contrario, ser promiscua, intentando dominar la relación, así sienten que ellas son quienes someten y están a salvo. Su personalidad se puede tornar agresiva o pueden aislarse. 


Estudios indican que mujeres son traumatizadas especialmente por la violación por las manos de un esposo. Son violadas por alguien con quien esta compartiendo su vida, su casa, y tal vez niños. Además de la violación de su cuerpo, tiene que tratar con el abuso de confianza y la intimidad.

Es más probable que las víctimas de violación matrimonial sufren la violación más veces de las que son víctimas de violación de extraños o conocidos. Así mismo, sufren heridas físicas y psicológicas que duran mucho tiempo y tienen la misma severidad o más que las heridas de las víctimas de violación cometidas por un extraño.


Los efectos incluyen: 

* Humillación

* Miedo
* Culpabilidad
* Heridas como ojos amoratados y huesos quebrados

* Daño de la imagen corporal
* Depresión e intentos de suicidio
* Psicosomatizaciones, pesadillas, dificultades con el sueño

* Alteraciones en el apetito
* Ansiedad, aislamiento o rechazo
* Falta de autocontrol y mal manejo de las emociones, en especial, de la rabia y hostilidad. 
* Alteraciones cognitivas

Las mujeres, víctimas de violación matrimonial, pueden quedar en el matrimonio por una variedad de razones. Estas incluyen: por temor a más violencia, pérdida de seguridad económica, autoestima baja, y la esperanza equivocada que su pareja va a cambiar.



¿Cómo perjudica la violación matrimonial? 
La mujer que es violada, por la persona con quien comparte su vida, hogar, y aún familia, experimenta profundas heridas psicológicas. Ella no es, sólo, violada sexualmente, sino que también son violadas sus relaciones intimas; a la vez que se siente traicionada.

Muchas víctimas de la violación matrimonial tienen que enfrentar una profunda falta de confianza en sus compañeros, una aguda sensación de temor, falta de confianza en sí mismas y la arrolladora realidad de que esta clase de ataques sexuales pueden suceder nuevamente.

Las personas que experimentan la violación matrimonial tienen mayor tendencia a ser victimizadas; esto en comparación con las mujeres que han sido violadas por un extraño.

A lo dicho, hay que sumarle que la mayoría de las personas aún consideran, a la violación matrimonial, como algo que es "menos perjudicial" que la violación por un extraño, dando como resultado que la mujer experimente un apoyo limitado de su entorno.

Mi propio caso:
En el post que escribí hace varios meses y que  titulé como “La cobardía de golpear a una mujer”, describí un episodio de violencia que experimenté en un lamentable momento de mi vida. En aquella ocasión narré los golpes y humillaciones a los que me vi sometida debido a los celos enfermizos de un patán,  pero no detallé todo. Hoy complementaré el relato con la parte que me faltó y que, tal vez por vergüenza, no lo hice en aquella ocasión: la agresión sexual.

En cualquier relación de pareja, incipiente o añeja, la confianza es un factor determinante, pero lo es aún más el ser observadoras en cuanto a los comportamientos y signos de alerta que nos avisan sobre situaciones de riesgo. En este caso, el sujeto  violador  manejaba una imagen ante los demás de “noble”, “bueno”, “simpático” y hasta “dulce”. Pero no lo era, ni lo será jamás.
Ciertamente, desde tiempo antes, él ya había dado señales de alerta. Siempre mostró ser irascible, "explosivo", inestable y poseedor de  obsesivos e incontrolables celos enfermizos (celotipia) hacia mi persona. Como la mayoría de las mujeres, ignoré las señales pensando que eran “inofensivas y pasajeras”…¡pero no fue así!. El hecho de que en ocasiones anteriores haya empleado ternura, pasión y hasta "derramado miel" en los momentos de intimidad (como debe ser), no fue garantía de que siempre sería de esa forma. La crueldad, el salvajismo, el irrespeto y el machismo salieron a flote...

Aquel día, la discusión comenzó por un ataque de celos que al susodicho le daban de forma explosiva pero constante. ¿La razón?, pudo haber sido una falda “demasiado corta” para su gusto, el que me haya levantado de la cama antes que él o, simplemente, atreverme a utilizar la computadora, hecho que le provocaba una exacerbación de su propia inseguridad, y por ende,  a imaginar fantasías de ser víctima de infidelidad.

Una vez iniciado el ciclo de violencia con  el pretexto más injustificable, su enojo fue incontrolable. Me arrebató la computadora, gritó, me acusó de “infidelidad cibernética”, azotó puertas, dio manotazos y amenazó con miles de improperios, todo para demostrar su ira y asustarme. No satisfecho con eso, se acercó a mi y comenzó a azotarme en contra de lo que fuera. Si recuerdan la entrada La cobardía de golpear a una mujer, se menciona que caí en repetidos aventones sobre  objetos como sillones, piso, puertas, sillas, mesas, cajas…y la cama.

Mi instinto de conservación salió a relucir con el objetivo de defender mi integridad de la mejor forma que podía: con gritos como "¡Suéltame!, ¡Déjame en paz!, ¡¿Por qué me tratas así?!", así como con patadas al aire,  lloriqueos y hasta súplicas para que dejara de agredirme. Pero lo único que logré fue que el clima se tensara al máximo para lo que estaba próximo a suceder...


Cuando caí sobre la cama,  me encontraba muy confundida y lastimada por los azotes previos, fue entonces cuando él me tomó de las muñecas con toda sus fuerzas, al grado que las dejó marcadas por varios días, colocó su enorme cuerpo encima del mio y con sus rodillas mantuvo inermes mis piernas.   Me agarró del cabello, jalándolo fuertemente con la intención de que yo entendiera que él era más fuerte que yo. Como yo seguía gritando,  tapó mi boca para que mi voz dejara de salir. Su cara estaba transformada totalmente. ¿Cómo podía defenderme, si el tipo era obeso y de más de 1.80 de estatura, y yo, una mujer de casi 1.50 y con menos de 45 kilos?... No, no pude defenderme, pero jamás dejé de gritar y de retorcerme involuntariamente  para tratar de soltarme de las garras de aquel abusador. 

Fue imposible. Así, sobre la cama e inmovilizada con un engendro maligno sobre mí, me tomó del cuello, con la finalidad  de debilitarme aún más, lo apretó con potencia, quitándome lentamente el aire que podía respirar. Nunca había sentido la opresión de mi garganta, por un momento creí que no volvería a respirar, pero repentinamente me soltó, lo cual hoy me indica que sabía hasta donde aplicar su fuerza, y que solo la ejercía para asustar y dominar a su presa. 

Volvió a tomar mis brazos y los estiró sobre mi cabeza; con su mano izquierda juntó y apretó mis muñecas, dejándome en total indefensión. El sujeto (mejor dicho, delincuente) tenía dominadas mis extremidades;  mis piernas y mis brazos estaban inmóviles. Con sus rodillas abrio mis piernas y con la mano que tenía libre,  bajó mi ropa interior . Acto seguido, logró su cometido…¡me violó! 

Sí,  fue violación porque lo hizo SIN mi consentimiento, utilizando la fuerza, abusando de su peso y de su tamaño, dejándome inmovilizada, y en una posición y circunstancias de total indefensión para mi. Yo tenía todas las desventajas físicas y emocionales, de las cuales, ese patán se aprovechó. Ni siquiera tuvo que abofetearme, patearme o amedrentarme con un arma...utilizó la fuerza mínima necesaria para someterme y cumplir con su cometido: demostrar su cobarde fuerza y su insignificante superioridad de "macho", no la de un verdadero hombre.

¿Qué hizo después?. Siguiendo rigurosamente con el ciclo de violencia, y como todo cobarde, se arrodilló para pedirme perdón….momentáneamente. Al darse cuenta de mi fragilidad y la vulnerable actitud en la que me dejó, comenzó a llorar y a suplicar que lo perdonara, pero ¿acaso con un “perdóname, te juro que no volverá a pasar, se arreglaría lo irremediable?. Mi dignidad e integridad habían sido violentadas al máximo, de la forma más denigrante que puede sucederle a cualquier mujer. Le pedí que no se me acercara, que no me tocara, que se alejara y se callara….pero tampoco lo conseguí.

El delincuente en potencia, volvió a demostrar su verdadera identidad: Comenzó una vez más a gritarme, manotearme y a culparme por su crimen. Yo tenía la culpa por provocar sus celos, su enojo, su explosivo carácter. Llena de miedo, indignación y herida hasta lo más profundo, tuve que fingir que me tranquilizaba y que “lo perdonaba". Solo así se calmó por ese día.

Por increíble que parezca, ese tipo jamás se cansó de repetir que me amaba con toda el alma, que jamás había querido a nadie con la intensidad que sentía conmigo, que yo era lo mejor que le había sucedido en la vida, que sus celos eras causados por el gran amor que me tenía…Además de abusador era idiota, pues no es lógico lastimar y humillar cuando en verdad se ama a alguien.

¿Denunciar?, En aquel entonces pensé lo que la mayoría de las mujeres piensan: ¿Quién va a creer que un tipo insignificante a la vista de cualquiera y con quien llevaba una relación, me había violado?

No, no lo denuncié en ese momento, aunque reconozco que hice mal. Por lo general, las denuncias por violación deben realizarse casi de inmediato. Sin embargo, en momentos como ése, donde la confusión, el dolor y la humillación prevalecen, es difícil enfrentar una doble o triple victimización...¡pero es necesaria!

Lo denuncié días después por otro episodio posterior de violencia...ese pusilánime jamás cambiaría. Volvió a agredirme por la misma razón absurda de siempre: sus celos. Pero fue la última vez que le permití abusar de mí, pues decidí, después de denunciarlo, alejarme de sujetos como él para siempre, para salvaguardar mi dignidad y mi integridad total, así como salvarme de una vida denigrante y llena de violencia.


Con esto se demuestra una vez más que la violencia NUNCA se detiene. Las promesas de cambio y los “te amo más que a nadie en el mundo” son trampas recurrentes. Los maltratadores, abusadores y violentos NUNCA CAMBIAN. La violencia siempre se incrementa hasta alcanzar finales trágicos.

¿Es necesario forzar a una mujer a tener relaciones sexuales?, ¿Por qué hay sujetos que utilizan la fuerza para demostrar su “hombría”, cuando en realidad delatan ser cobardes, irracionales y con poco valor civil?, ¿Amenazar, golpear y lastimar es la forma de mostrarse varoniles, superiores y poderosos?


El amor NO humilla...
El amor NO controla...
El amor NO domina...
El amor NO golpea...
El amor NO lastima...
El amor NO abusa...
El amor NO mata...
El amor...NO es violencia








Mitos y estereotipos sobre la violación sexual marital:


MITO: "La violación matrimonial no es tan seria como la experiencia de ser violada por un extraño; es, solamente, uno en la pareja que no tiene ganas y el otro que insiste".


REALIDAD: La violación dentro del matrimonio es tan violenta, como degradante y, muchas veces, más traumatizante que la violación por un extraño. Algunas veces es perpetrada a punta de cuchillos o de pistola, repetidamente, brutalmente, y en frente de otras personas. Por lo general, es el acto violento final después de una serie de abusos físicos.


MITO: "La violación matrimonial no es ofensiva, después de cuentas, ellos han tenido relaciones sexuales anteriormente. ¿Qué es una vez más?"


REALIDAD: La persona violada por un extraño convive con esa experiencia en su memoria. Una mujer violada por su pareja convive con el violador. A esto hay que sumarle que experimentan repetidos asaltos sexuales a lo largo de los años. La confianza y la intimidad, que debería haber en un matrimonio, son destruidas cuando la persona que ha prometido amar y proteger usa de de la brutalidad y la violencia para los actos sexuales.


MITO: "Cuando alguien se casa, el acto sexual es parte del contrato matrimonial".


REALIDAD: La expresión sexual de amor es una cosa, el sexo forzado y brutal es otra. Nadie consiente la violencia cuando se une matrimonialmente.


MITO: "La violación matrimonial es simplemente la palabra de un miembro de la pareja contra otro; sería muy difícil de probar y enjuiciar".


REALIDAD: La traición, la conspiración, el abuso de niños y/o incesto, también son difíciles de probar, no obstante son procesados. La dificultad en procesar no es lo que determina si el delito es real o no.


Estereotipos de mujeres y del sexo: 
* Las mujeres disfrutan sexo forzado
* Cuando las mujeres dicen “no”, en realidad quieren decir “sí”
* Es la obligación de la esposa tener sexo cuando el marido quiera y cómo él quiera

Estos estereotipos engañan a los hombres a creer que deben ignorar las negativas de la mujer. También, los estereotipos engañan a las mujeres a creer que ellas mandaron señales equivocadas.

Muchas mujeres se culpan a si mismas por los actos sexuales que no quisieron tener, creen que son malas esposas porque no disfrutan los actos sexuales que sus  parejas desean, o  por no disfrutar el sexo contra la voluntad de ellas...¡NO ES TU CULPA!

Denuncias:
El motivo principal de la ausencia de denuncias, suele ser el miedo a las posibles represalias, la vergüenza o la falta de dinero para sacar a la familia adelante si el marido no está en la casa. A eso, se suma otro problema de índole jurídico, la mayoría de violaciones en un matrimonio no dejan secuelas físicas, porque por lo general, hay «mucha intimidación pero poca violencia». 

La mujer, al contrario que cuando la viola un extraño, se queda quieta. Esa pasividad, sólo es provocada porque el agresor es conocido. Normalmente no hay marcas ni desgarro, y las pruebas biológicas no son válidas porque es un matrimonio y el hombre alega que el sexo fue consentido. Es su versión contra la de su marido. 


Sin embargo, debemos enfrentarlo y recordar que cualquier tipo de violencia sexual representa un problema complejo y grave, y hay que denunciarlo. 

Es importante que las víctimas denuncien y no oculten lo sucedido, ya que la violencia sexual, en cualquiera de sus modalidades, constituye un delito pues transgrede los derechos fundamentales de quien la vive y de inmediato deben buscar ayuda especializada.

Existen diversas instituciones públicas dedicadas a brindar servicios gratuitos a las víctimas de violencia sexual como: asesoría y atención legal y psicológica, servicio médico, de trabajo social y apoyo económico y referencia a otras dependencias para una atención más especializada (atención médica, atención psiquiátrica, etc.).

En México, el instrumento normativo que regula la atención médica en materia de violencia de sexual es la NORMA OFICIAL MEXICANA, NOM-046-SSA2-2005. Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención y atención. (Puedes encontrarla en la sección de CONSULTA en la barra que aparece a la derecha del blog)

Las víctimas necesitan recibir atención integral y especializada, tanto inmediata como a largo plazo. Existen instancias a donde puedes recurrir:


CTA
ADIVAC
FEVIMTRA
INMUJERES de tu localidad

Los enlaces de éstas y otras instituciones puedes localizarlos en la barra derecha de este blog en INSTITUCIONES DE AYUDA.









MUJER: 

NO ES NO en cualquier lugar y circunstancia. 
Tu consentimiento es necesario para realizar cualquier acto.
NADIE, ni siquiera tu pareja, debe forzarte a nada que no desees.
NO aceptes chantajes o amenazas de ninguna clase.

La violación sexual, dentro o fuera del matrimonio, no importa si el violador (abusador) ha sido un extraño, tu esposo, tu amante, tu amigo, algún familiar o conocido...¡¡ES UN DELITO!!

Si has padecido agresiones o abusos sexuales, o bien,  si has sido violada por tu pareja...
DENUNCIA. ¡NO TE QUEDES CALLADA!

Mantente alerta a las señales de advertencia que te indican claramente si vives en una relación violenta. Si es así, no te engañes, escapa del maltrato... después podría ser irremediable. 

Tienes derechos, entre ellos, a ser respetada y amada dignamente...¡¡exígelos!!




1 comentario:

  1. Crisáida, que tema tan fuerte, explicado tan vehementemente, con tanta claridad que en mí la respuesta es : El silencio (como duelo por el abuso con el que alguien quien dice amarte te lastima de tal manera) Qué tristeza el no encontrar la forma cómo sacar tanto dolor. Espero que haya muchas mujeres las cuales entiendan que el que tiene la culpa es el "hombre" sea quien sea. Sujeto abusivo, depredador,insignificante, abusivo y perdedor. Mis felicitaciones más extensas y mi sentimiento a flor de piel por semejante experiencia tan negativa.

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