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martes, 1 de marzo de 2011

El machismo: Absurdo, denigrante y violento


En estos últimos días he tenido la fortuna de recibir varios correos de mujeres que viven situaciones desesperantes a causa del machismo, no solo de sus parejas o ex parejas, sino de toda la sociedad, así como del  sistema legal y jurídico que, específicamente este país, impone sin medida, sin vergüenza, sin piedad.

México siempre ha sido considerado como un país terriblemente machista, los hombres tratan a las mujeres como seres inferiores y como “algo” de su propiedad. Los padres con sus hijas, los hermanos con sus hermanas, los novios con sus novias, los maridos con sus mujeres….

Hoy, intentaré explicar lo que el machismo ha significado en la sociedad mexicana desde hace siglos. Me he basado en varios documentos interesantes, donde se reflejan estudios y análisis relativos a esta idiosincrasia, por demás, salvajemente retrógrada.


¿Qué es el machismo?

Según Wikipedia, el machismo es una expresión derivada de la palabra macho. Es el conjunto de actitudes y prácticas aprendidas sexistas vejatorias u ofensivas llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que las mujeres son sometidas o discriminadas

Estas actitudes machistas han desencadenado grandes problemas de violencia y maltrato en las familias, porque como el hombre se cree superior, piensa que tiene todos los derechos sobre su mujer. Dicta sus reglas e incumple las que debería acatar.

Ese comportamiento sobrepasa los límiites físicos y psicológicos, acaba con el amor, la armonía y la felicidad, dañando la integridad de la mujer y de los hijos que presencian esta clase de conflictos; quienes son los más afectados con esas situaciones, debido a los traumas que se adquieren, los cuales son difíciles de remediar, olvidar y sanar.  Y lo que es peor aún, aprenden  los estereotipos establecidos desde su propio hogar, repitiéndolos en su adultez.

Se dice que un hombre es un macho porque  “ nunca se raja ”, o porque es "muy chingón ” (en la extensión de lo que el concepto chingar se refiere al acto de dominación sexual). En realidad, con esa forma de insensatos pensamientos, solo se  oculta su verdadera y patética identidad débil, temerosa de mostrar sus emociones e incapaz de retar sus atributos  para forjar una nueva realidad cultural.


Actualmente, los hombres han decidido dividirse en dos categorías: los machos y los mandilones.Macho se refiere al hombre que asume la responsabilidad de mantener a su familia, es decir, al "hombre de honor"; y mandilón, a los hombres dominados por mujeres.  Ellos mismos han tomado la determinación de clasificarse de esas formas (no hemos sido  nosotras).

Aunque por otro lado, existen hombres  que suelen colocarse en una tercera categoría, la del grupo de los no machos. "Ni macho ni mandilón", es como se describen.

Rechazan el calificativo de ser el "típico macho mexicano", pues argumentan que realizan actividades  en casa para ayudar a su mujer, y señalan, como punto clave, que no la golpean. Como si este argumento fuera el indicativo de no pertenecer o pensar como un macho. No saben que  la cobardía se esconde detrás de los alardes.

Como decía, el comentario más común para defenderse es: "Yo no golpeo a mi mujer". Pero existen toda una serie de comportamientos, ideas, pensamientos y lenguaje que pueden calificarlos como tal. Las conquistas sexuales femeninas que realizan los hombres o el físico abusivo de éstos constituye, para hombres y mujeres por igual,  la esencia del machismo.

 
Los estereotipos.

La implicación más clara de la existencia de estereotipos de género es el sexismo, el cual declara lo masculino como superior frente a lo femenino, creando relaciones de subordinación y discriminación entre los hombres y las mujeres. El sexismo se manifiesta a través de diferentes visiones, tales como el androcentrismo, el machismo y la misoginia.

Equivocadamente se piensa que la virilidad  es el resultado de los andrógenos y  de la posesión de un pene. Esto le da al hombre una sensación de seguridad  y de poder sobre las mujeres. Determinan la masculinidad con características como: ser fuerte, exitoso, capaz, confiable, y ostentando control.

Los estereotipos que han sido albergados como leyes, respecto a la división de los sexos comprenden que...

Las mujeres deben ser:
Limitadas al mundo privado, es decir, a la vida doméstica. 
Dependientes, emocionales, cálidas, delicadas. 
Destinadas a la reproducción. Se inculca la idea de que el sueño de toda mujer es ser madre.
Seres incompletos…Una mujer solo se realiza cuando se esfuerza para otros: ser madre, ser esposa, ser hija. 


 
Los hombres son:
Independientes
Lógicos
Valientes
Fuertes
Decididos
Competitivos
Líderes
Su sexualidad está destinada al placer antes que a la reproducción



Un niño, desde su tierna  infancia es forzado a demostrar su hombría, a separarse de su madre, a poner un muro entre el mundo femenino (simbolizado por su madre) y el mundo masculino, donde la competencia, la agresividad, la independencia y el silencio son los valores aplaudidos.

Freud sostenía que  la tarea central de cada niño es desarrollar una identidad segura de sí mismo como hombre. El individuo crece mediante  un proceso de la renuncia del niño a su identificación emocional con su madre, reemplazándola por el padre.

La huida de la feminidad es forzada y temerosa porque la madre puede "castrar" fácilmente al hijo, debido a su poder para volverlo "dependiente". El niño  aprender a devaluar a todas las mujeres, como encarnaciones vivientes de aquellos rasgos de sí mismo que le han enseñado a despreciar.

Durante ese periodo las niñas no sufren esa presión por demostrar sus feminidad (eso ocurre después). Esto se puede apreciar en la primaria, donde los niños se separan de las niñas y crean el infame "club de Toby", rechazando todo lo que sea femenino para reforzar una ficticia y sobrevalorada identidad masculina.

Cultural y tradicionalmente se ha creído y, así se nos ha enseñado, que las mujeres están para atender las necesidades de los hombres. Desde el momento de su nacimiento, los hombres están rodeados por la constante atención de las mujeres. Se espera que las madres, tías, abuelas, hermanas y, después, las novias, esposas e hijas satisfagan, e incluso se anticipen, a cada deseo del hombre.

Las madres dicen a sus niñas pequeñas que "atiendan" a sus hermanos, mientras que a los niños se les dice que "cuiden" a sus hermanas. Se aseguran de que los hombres sigan siendo mimados para que no tengan que levantar nunca un dedo en la casa.

De la misma forma se han catalogado ridículamente, los sentimientos, distinguiendo los masculinos de los femeninos:

El miedo, la tristeza y la soledad son emociones que todo hombre debe negar. El enojo, el deseo sexual y el orgullo son de exclusividad masculina La ternura, la alegría, la vergüenza y la sensibilidad corresponden únicamente a la mujeres. ¿Y cómo se logra esto?, reprimiendo, cada uno, sus emociones.

Admitir debilidad, flaqueza o fragilidad, es ser visto como  afeminado, no como un verdadero hombre. Pero, ¿visto por quién?

...Por otros hombres. Los mismos hombres viven bajo el cuidadoso y persistente examen de otros seres de su mismo sexo. Ellos se miran, se clasifican, se conceden la aceptación en el reino de la virilidad. Deben demostrar hombría para la aprobación de otros hombres. Son ellos quienes evalúan el desempeño de los de su mismo sexo.

Se han establecido, igualmente de manera absurda, las tareas asignadas a cada género dentro del hogar:

Las mujeres se encargan de los niños y del orden de la casa, y de esta forma debe perder su individualidad y sus intereses propios para dedicarse por completo a las necesidades familiares. Mientras tanto, los hombres se encargan de proveer los bienes materiales necesarios. Con esta sola justificación el hombre puede ausentarse del hogar cuanto desee y hacer con su tiempo libre lo que le venga en gana.

Sólo los hombres saben administrar el dinero, sin rendir cuentas a nadie, mientras que las mujeres tienen que rogar por el acceso al dinero, si es que no pueden ganarse el propio, y el poco dinero al que tienen acceso, lo tienen que dedicar por completo al hogar. Mientras que las grandes cantidades y  las decisiones importantes son hechas por el hombre. Los hombres pueden hacer uso discrecional de su dinero... las mujeres no.

En la sexualidad sucede lo mismo:

Los hombres utilizan muy rara vez el condón, dejando a las mujeres toda la responsabilidad de evitar los embarazos,

Los motivos por los cuales, tanto  varones como  mujeres cometen infidelidad, son diferentes. En los varones se justifica con pretextos como la necesidad de reafirmar su autoestima, la búsqueda de variedad sexual, la “cortesía masculina” que impide dejar pasar una oportunidad que está servida, la insatisfacción sexual en la pareja y en el caso de padecer un problema sexual les sirve  para comprobar si afuera también les pasa. Es decir, sus causas son "fundamentadas".

La mayoría de los hombres asocian "hombría" con tener el mayor número de parejas, conquistas, osadía, confianza en sí mismos, como antesala de conductas de riesgo y como una forma de demostrar qué tan varones son.

Situación que difiere grotescamente en el caso de las mujeres:

Con nosotras, puede suceder que la insatisfacción afectiva, los problemas de comunicación en la pareja, la sensación de no sentirse importantes y especiales para nuestro compañero y una sexualidad muy mecánica y poco creativa sean factores desencadenantes de la infidelidad.   A las mujeres que cometen infidelidad se les juzga, se les condena y se les castiga de mil formas (siendo criticadas y desvalorizadas hasta por las mismas mujeres).

Suele llamárseles con adjetivos que las descalifican, tanto en su  integridad emocional como en la moral. Fácil, puta, zorra y demás palabras similares son aplicadas  con el único ánimo de ofender... cuando su comportamiento fue el mismo que el de un  hombre infiel.

El machismo en el lenguaje:


Las palabras también llevan implícitas cierta carga machista. Daré solo algunos ejemplos de los significados de ciertas palabras que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española  (DRAE) define:

Zorra, sinónimo  de "prostituta". ¿Por qué? No lo sé, pero una de sus acepciones es: "mujer que mantiene relaciones sexuales con hombres, a cambio de dinero". ¿Por qué no llamar zorro, entonces, al "hombre que comercia con su cuerpo a cambio de dinero"?  Tampoco es lo mismo expresar: “Mi jefe es un viejo zorro”, pues en este caso se entendería que el jefe es una persona astuta y con mucha experiencia, pero ¿y si dijéramos “mi jefa es una vieja zorra”?... Injustamente, no significa lo mismo.

Sátiro,  en sentido figurado significa "hombre lascivo", es decir, "propenso a los deleites carnales". Sin embargo, no incluye el término sátira con esa acepción, pese a que hay también mujeres lascivas. De todas maneras, lo anterior no es más que un reflejo de la actitud machista frente al idioma, y que debería erradicarse.

 Comparemos las diferencias de otros términos:

 "Hombre honrado u honesto", lo entendemos como un hombre correcto en los negocios; sin embargo al expresar  "mujer honrada u honesta", no se entiende lo mismo, más bien se refiere a una mujer recatada, de honor intachable (siempre en el sentido sexual).

"Un hombre de mundo" es el que trata con toda clase de gente y tiene gran experiencia y práctica de negocios; en cambio, una "mujer mundana" es una prostituta.

Así mismo, analicen  la diferencia entre las, comunes y degradantes palabras utilizadas soezmente en nuestro idioma: puta y puto. Verán las abismales incoherencias.

Comparto una lista de palabras a las que, coloquialmente, se les atribuyen significados muy disímbolos:

ZORRO: Espadachín, justiciero.
ZORRA: Prostituta.
PERRO: Mejor amigo del hombre.
PERRA: Prostituta.

AVENTURERO: Osado, valiente, arriesgado, hombre de mundo.
AVENTURERA: Prostituta.

CUALQUIER: Fulanito, Mengano, Zutano.
CUALQUIERA: Prostituta
BICHO: Insecto; animal.
BICHA: Prostituta
CALLEJERO: De la calle, urbano.
CALLEJERA: Prostituta
HOMBREZUELO: No aparece como palabra en el DRAE
MUJERZUELA: Prostituta
HOMBRE PÚBLICO: Personaje prominente.

MUJER PÚBLICA: Prostituta
GOLFO: Masa de agua marina parcialmente rodeada de tierra
GOLFA: Prostituta
LOBO: Mamífero predador, rapaz y feroz. Hombre experimentado y agresivo.
LOBA: Prostituta
LIGERO: Hombre débil y/o sencillo
LIGERA: Prostituta
ADÚLTERO: Infiel
ADÚLTERA: Prostituta

Aberrante, pero cierto...

Lo mismo sucede con el género de los sustantivos o adjetivos. No importa si hay más mujeres que hombres, siempre se emplea el masculino y las mujeres no se sienten ofendidas. Por ejemplo, cuando se dice  "A todos los presentes". Si se usara el femenino, parecería un insulto a la virilidad de los varones y, sin embargo sería correcto, pues se hace referencia a todas las personas. Este término engloba tanto a mujeres como a hombres.

Además, en las expresiones sucede lo mismo. Suele exclamarse: ¡Qué padre!, cuando nos referimos a algo que es divertido, grandioso o increíble. Sin embargo,  decir ¡Qué poca madre!, encierra un propósito de ofensa.. 

Nuestro idioma no es machista, sino la actitud que asumimos los hablantes de la lengua. Como muestra, puedo mencionar el caso de los nombres de los títulos, cargos u oficios correspondientes a mujeres. Dice la Real Academia Española:

Se recomienda que dentro de lo socialmente posible se favorezca el uso de formas femeninas para los nombres de profesión o actividades ejercidas por mujeres, sobre todo cuando responde a la oposición morfológica o/a, y con más cautela cuando el término no marcado termine en e o en consonante.

Sin embargo, las mismas mujeres caemos en el error de preferir el nombre del título o del cargo en masculino, aunque el femenino sea perfectamente legítimo, como el de médica, arquitecta y cirujana. (Lo reconozco, yo pertenecía hasta hace poco a ese grupo de mujeres. Pero hoy, simplemente digo "Soy Contadora Pública"). No cabe duda que las raíces culturales machistas nos mantienen inmersas en un abismo de género masculino sin darnos cuenta.

Además, ¿por qué debe tener más prestigio un hombre que una mujer con una profesión determinada o en un cargo público? Si una mujer reúne las cualidades para ostentar un título o ejercer un cargo, prestigiará su profesión o funcionará eficientemente, como lo puede hacer un hombre con iguales merecimientos. Pero parece que los estereotipos prevalecen a través del tiempo.

El machismo moderno:

Las mujeres estamos cada vez más conscientes de nuestros derechos y exigimos un trato igualitario en el trabajo y en la sociedad en general.

En estas condiciones, el machismo ha sufrido una mutación. Hoy en día, se basa más en el control y en el abuso psicológico y emocional, aunque no han dejado de exisitir  la discriminación, las restricciones y la violencia física y sexual. En algunos sectores sociales, el machismo podría considerarse como invisible, pero siempre persistente.

Es posible que en muchas áreas se considere a las mujeres como  iguales, pero los hombres siguen siendo más iguales.

En México, las mujeres no somos dueñas de nuestro tiempo. Al salir, gastar dinero, ver a los amigos y amigas, todavía se espera que rindamos cuentas. Los padres, hermanos, novios y maridos se sienten con derecho a recibir una explicación detallada de nuestras actividades cotidianas, pero no aceptan que se les pregunte sobre las de ellos.

El teléfono celular se ha convertido en un nuevo método para que los hombres controlen a sus mujeres, llamándolas y presionándolas para que regresen a casa lo antes posible.

En la casa, los hombres pueden decir "No me molestes, estoy viendo la televisión", pero las mujeres no, pues se supone que debemos de estar disponibles noche y día para el marido y los hijos. Estos dobles estándares forman un pilar del machismo actual.

La independencia que ha demostrado la mujer y que ya es visible ante los ojos del hombre es, hoy por hoy, la principal causa de disoluciones de matrimonios, ya que el hombre siente que pierde poder y sobreviene la violencia física, emocional, sexual y social.

El machismo está muy arraigado en la cultura y en la sociedad. Es muy fácil ser machista al practicar de forma cotidiana y "normal" actitudes de discriminación y de poder.

Si en verdad queremos erradicarlo, necesitamos trabajar a nivel social, educativo, gubernamental y familiar de forma conjunta. 



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