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sábado, 14 de enero de 2012

Abuso verbal: Cuando las palabras dañan, hieren y destruyen





Las palabras dañan. No se les puede ver, pero las cicatrices que dejan son reales y pueden durar años. 
El abuso verbal puede ser permanente e irreversible…
¡¡No sufras en silencio!!

Históricamente 
En la mujer existe una identidad de género subordinada, conformada y avalada por una larga historia de desigualdades sexuales. El modelo de masculinidad dominante caracteriza a los hombres como personas más importantes: seres autónomos, fuertes, potentes y proveedores. Todas estas peculiaridades, se vinculan directamente con el poder que se le ha adjudicado socialmente al varón, y que se estimula desde un inicio en el ámbito familiar. De esta forma, los hombres, como portadores de ese poder, son impulsados a ejercerlo. Muchas veces cayendo en los abusos contra el otro género…el de las mujeres. En la medida en que esa forma de ser hombre se transforma en natural, se hace invisible el poder de los hombres sobre las mujeres. 


La pareja constituye el vínculo más íntimo y privado del ser humano, es un espacio construido para dos personas. La vida en pareja y la formación de la familia es aspiración de la mayoría de las personas adultas que determinan compartir un proyecto sobre la base del amor, la atracción sexual y el compromiso, representando un vínculo afectivo importante. La violencia que se genera en las relaciones de pareja es considerada la expresión más aguda de las inequidades y los desequilibrios entre el hombre y la mujer. 

Al principio de la mayoría de las relaciones es muy difícil que aparezca la violencia. Durante este período se muestra un comportamiento positivo. Cada miembro de la pareja muestra su mejor faceta. En muchas relaciones que se vuelven violentas es frecuente que el primer ataque aparezca como un hecho aislado. La violencia que tiene lugar en las relaciones de pareja es reflejo de las relaciones de poder que jerarquizan y colocan lo masculino como eje principal en todos los ámbitos de la vida: social, cultural, educativo....y, por supuesto, el familiar. 

Todas las mujeres históricamente han vivido en mayor o menor intensidad formas de violencia en el marco de las relaciones de pareja. 

Como sabemos, existen diferentes tipos de maltrato contra las mujeres. Los principales son: 


Malos tratos psico-emocionales: 
Son actos o conductas que producen desvalorización o sufrimiento en las mujeres. Pueden ser humillaciones, exigencia de obediencia, tratar de convencer a la víctima de que ella es la culpable de cualquier problema suscitado. 

Estos traen de la mano conductas verbales coercitivas como los insultos. El aislamiento, el control de salidas de casa, ridiculizar la opinión o puntos de vista, humillaciones en público, así como limitar y retener el dinero, son unas de las tantas formas de maltrato.

El abuso emocional o psicológico está vinculado a abusos u omisiones destinadas a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de la mujer por medio de la intimidación, manipulación, amenazas directas o indirectas, humillación, aislamiento, o cualquier otra conducta que implique un perjuicio a la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal. 


Son actos que conllevan a la desvalorización o sufrimiento en las mujeres. Se manifiesta en la exigencia a la obediencia, tratar de convencer a la víctima de que ella es culpable de cualquier problema, limitar o retener el dinero, etc. Incluye expresiones verbales como: insultos, gritos, menosprecio a su vida pasada, a su persona, a la forma en que se viste. Se expresa por omisión: dejar de hablarle, silencios prolongados, hacer que no escucha o no entiende; además, a través del lenguaje extra verbal: gestos de rechazo, miradas agresivas y mediante la manifestación de los celos. 

Malos tratos físicos: 
En este tipo de violencia vemos todos los actos no accidentales; es decir, acciones que puedan producir daños en el cuerpo de la mujer, como cachetadas, empujones, pellizcos, golpes, patadas, heridas, fracturas, quemaduras etc.

Malos tratos sexuales: 
Es cuando se impone a la mujer una relación, o cualquier tipo de abuso sexual, contra su sano juicio o voluntad. Cuando en esa relación se produzca una penetración con violencia o utilizando medios coercitivos se considera violación. 

No debemos olvidar que existen otros tipos de violencia, aunque muchas veces pueden formar parte y/o combinarse con las mencionadas anteriormente: violencia económica, patrimonial, institucional, social, reproductiva…y la feminicida. 


En esta ocasión, trataremos el tema del maltrato verbal, una violencia psico-emocional de graves consecuencias para las mujeres que lo padecen. 


Abuso Verbal 
Mucho se dice sobre la violencia física y sobre la mujer golpeada, pero existe otra forma de agresión, mucho más sutil porque no deja marcas visibles, pero igual de dañina que cualquier otra agresión: el maltrato verbal. 


Nos referimos a los comentarios degradantes, insultos, observaciones humillantes sobre la falta de atracción física, la inferioridad o la incompetencia, gritos, acusaciones, burlas y gestos humillantes. Todo esto puede lograr que la imagen de cualquier mujer se deteriore completamente. 

Una especialista del tema ha mencionado que “las grandes cosas en la vida comienzan con detalles minúsculos en apariencia, pero profundos en consecuencias”, demostrando con claridad que la violencia es una especie de bola de nieve cuyo daño pocas veces puede predecirse. 

No es un tema menor. “La violencia es una realidad perturbadora de la condición humana”, revela la psicóloga y destaca que, aunque la forma más común de asociación es con la agresión física, lo verbal incide directamente en ello. 


La forma de hablar puede provocar emociones y reacciones intensas. La violencia verbal es aquella en la cual por la elección de palabras, entonación y volumen de voz se trata de dominar e intimidar, logrando provocar en la víctima sentimientos de impotencia, rabia, humillación, vergüenza, inutilidad y vejación”. 

Ejemplos de violencia verbal podrían ser frases como las siguientes: 
¡Tú no aprendes!, ¡Te lo dije!, ¡Qué bruta eres!, No sirves ni para pasar el trapo al piso, Eres una inútil, agradece que te doy de comer, ¡La vecina sí es una mujer hermosa!, ¿Subiste de peso?, Sin mi, tú no eres nadie, Te voy a dejar en la calle… 


Si a estas frases, directas o sutiles, que generan de por sí incomodidad y cierta tristeza, le añadimos el sonido, entonación, gestos apropiados y la repetición, obtendremos como resultado peligrosas granadas de mano que pueden desbaratar la dignidad e integridad emocional y psicológica de cualquier mujer. 


El abuso verbal, casi siempre comienza a ocurrir en privado. La víctima del abuso verbal vive en un mundo cada vez más confuso. En público, la víctima está con una persona. Cuando está en privado, el abusador puede convertirse en una persona completamente diferente. 

La víctima suele ser el blanco de arranques de ira, el sarcasmo, o una fría indiferencia. 


Victimario:

El abusador intentará, para poder mantener su reinado del terror, lo siguiente: 

* Destruir la autoestima de su pareja 
* Hacerla económicamente dependiente de él, para lo cual evitará que consiga un trabajo 
* Jugará esposo bueno – esposo malo. Por ejemplo, cuando su esposa quiera conseguir un empleo, será “esposo bueno” y la convencerá de que no trabaje para que finalmente, conseguido lo anterior, pueda pasar a “esposo malo”. 
* Alejará amistades y familiares de ella, y si no es así, la tendrá siempre vigilada para que no lo delate. 
* Mantendrá una imagen impecable de él ante la sociedad, para que nadie lo crea capaz de semejante cobardía y en caso de que ella lo denunciara, restarle credibilidad a sus palabras.


Si una mujer le expresa a su marido abusador que se sintió mal por lo que le dijo o la forma en que se lo dijo, éste inmediatamente podrá tomar algunas de las siguientes posturas: 

* Ignorarla 
* Maltratarla todavía más 
* Minimizar lo sucedido


Normalmente, la reacción del abusador ante estas acciones a menudo está recubierta de una actitud de "¿Qué te pasa a ti?", o bien, acusa a la víctima de "exagerar".  Con el tiempo, ella pierde su equilibrio y seguridad y comienza a preguntarse si es ella la que está loca. 

El ataque verbal es una forma de violencia como lo es recibir un golpe, un tirón de pelo o un empujón. Ambas son igual de graves y atentan contra los derechos de la mujer, porque se trata de una forma de desacreditación y discriminación. ¿Cuál es la diferencia? El maltrato físico deja huellas visibles y cicatrices que duelen en el cuerpo. La palabra, en cambio, lastima la autoestima y deteriora la salud mental. 



Por cada mujer que padece abuso corporal, hay otras tantas que soportan abusos de la palabra. Uno de cada cuatro llamadas de ayuda que se reciben en centros para la mujer, se deben a conflictos familiares en los que la mujer padece violencia verbal. 

A diario, las mujeres sufren violencia verbal, sin embargo, la violencia siempre se incrementa y pasa a la siguiente fase. Cuando las situaciones se agravan, los insultos, los gritos y las discusiones se convierten, inevitablemente, en violencia psicológica, física, sexual y, en los peores casos, en feminicida. 
Esther V., de 45 años acudió a una agencia especializada en delitos contra la mujer. Le acompañó su vecina para denunciar a su pareja, quien la agredió.
Según testimonio de la mujer, era la quinta vez en cuatro años que había sido agredida físicamente, aunque confiesa que los gritos, insultos y amenazas por parte de su pareja, han existido siempre. Tiene tres hijos menores de edad. “El sábado le di la merienda y le dije que necesitaba pagar una receta de mi primer hijo. Siempre me daba, aunque me insultaba. Ahora me pegó”.
A pocos metros se encontraba Marcia P., de 35 años, quien tenía vendas en su nariz. Ella labora en una institución pública. “Me golpeó contra la pared”, dijo entre sollozos. Tiene dos hijos adolescentes. “Desde hace varios años comenzó a agredirme verbalmente, después me pegó, y no puedo hacer nada porque su familia siempre está defendiéndolo y justificándolo. Hoy me decidí porque recibí unas charlas y tomé conciencia”, dijo Marcia. 
Ella cuenta que por el golpe se le fracturó el tabique y fue atendida en un hospital 
En esta agencia se receptan de ocho a 10 denuncias cada día. El 80% es por agresión física, siempre antecedida por violencia verbal, emocional y económica.  
Las víctimas, generalmente, retornan con sus parejas sin resolver el problema. Por tradición, la mujer cree que debe ser sumisa y soportar los insultos, las infidelidades, las limitaciones económicas y hasta los golpes. 
Uno de esos casos es el de Marcia P. No denunció y se retiró del lugar porque se arrepintió. Dijo que le dará una última oportunidad a su esposo por sus hijos. En cambio, Esther V., sí lo hizo. Ahora su objetivo principal es conseguir trabajo para mantener a sus tres hijos. 

Generalmente, se habla de violencia en aquellos casos que es visible, y se asocia al acto violento, al abuso y la lesión física. Se tienen registros de la violencia cuando tiene tales connotaciones, pero son mínimos los registros de la violencia que se produce en la cotidianidad del hogar, o, simplemente, de una relación de pareja. En el caso de la mujer, en su mayoría, no reconoce la situación que está viviendo como violencia, y, por tanto, no la registra como tal, no es consciente de que la vive. 

Es la violencia más silenciosa, la que menos lleva a la denuncia a nivel judicial, la que incluso se admite socialmente y la que, no por eso, se sufre menos: una casa en la que los hombres se toman el derecho de humillar a la mujer y/o a los hijos, es un ambiente en el que se construyen imágenes distorsionadas y que deja huellas en  las mujeres y, fundamentalmente, en los niños.


En la violencia verbal el violento intenta degradar a la mujer, llevándola lo más bajo que pueda para hacer con ella lo que desee. Cuanto más la degrada, más siente que vale, es una relación especular, de vida o muerte, donde el violento vive gracias a que tiene a otro a quien denigrar en función de sus preconceptos, señalándole permanentemente lo que le falta o lo que hizo mal.

A diferencia de la persona golpeada, que obliga a un tercero -sea un profesional o no- a declarar en defensa de la víctima, en la violencia verbal a lo sumo se puede hacer un comentario condenatorio y, cuando hay gritos, se recurre a los vecinos para que testifiquen.

El violento cree que él tiene la verdad y lo que ella diga no tiene ningún valor. A veces ocurre que la presencia de un tercero -como un hijo- despierta la violencia que hasta ese momento no existía, pero hay indicios que se pasan por alto, que no se toman en cuenta y el violento avanza en la medida en que la mujer lo deja hacer.

En un noviazgo puede haber indicios de violencia verbal que se van agravando en el matrimonio. 

Las otras víctimas…los hijos 
Un tema que se desencadena y resulta delicado, es cuando la violencia verbal recae sobre los hijos.


Para un chico la verdad es la que le dicen los padres y si el padre  le dice “basura”, el chico se va a identificar con un objeto de desecho, porque es el lugar en el que el otro lo posiciona. Se va a ofrecer al mundo como tal y va a encontrar siempre en la escena social otros que lo van a confirmar en esa posición.

En el caso de los chicos es una cuestión grave, porque ellos crecen con una imagen de sí absolutamente deteriorada y después pueden manifestar desde una terrible agresión hasta una gran inhibición: hacer lo que les hicieron a ellos u ofrecerse a la denigración de otro. 

En su mano izquierda lleva tatuada la inicial del nombre de su ex marido: Walter. Mariela se lo hizo hace 15 años, cuando estaba enamorada de ese hombre alto y moreno, con quien tuvo dos hijos. Pero hoy él está en la cárcel. Fue condenado por el delito de amenazas agravadas por el uso de armas contra Mariela, y amenazas y maltrato físico contra sus hijos. Pasará los próximos dos años y seis meses preso. 
El 5 de julio de 2010 Mariela fue abuela. Cuando llegó del hospital fue a la casa de su mamá. Enseguida, Walter se asomó por una de las cinco ventanas de la casa y apuntándola con un arma, le gritó “¡Te voy a matar, yo no tengo nada que perder”. Mariela hizo la denuncia penal pero luego retiró los cargos.  
El 13 de octubre, mientras Mariela trabajaba, su hijo Sebastián de siete años hacía los deberes en su pieza. Walter entró a la habitación de su hijo: "–¡Puto, ¿dónde dejaste el lápiz que mamá te compró ayer? Búscalo porque si no te voy a pegar. Te voy a matar!", gritó Walter.  La hermana de Sebastián, Soledad, escuchó su llanto y llamó a su mamá. “Ese día dije ‘hasta aquí llegué’. El límite son mis hijos. Mi hija me llamó llorando y salí del trabajo rápido y llamamos a la policía. 
Mariela cuenta que durante cinco años estuvieron bien; Walter ayudaba a sus hijos a hacer los deberes. Después cambió o, quizás,  no vio las señales. Pasó 10 años tremendos cargados de violencia verbal y física.  
Mariela, ahora, se conforma con lo cotidiano: volvió a desayunar con sus hijos y juntos han  recomenzado una vida libre de maltrato verbal y físico.
Por lo general los que están en medio de esta violencia verbal no se dan cuenta y suele ser un tercero el que ‘despierta’ y muestra que esto no es normal, es raro que surja de la persona porque lo está viviendo. Es muy importante que la persona que padece esta situación pueda hacer un recorrido analítico, porque no se sale sólo con la denuncia, la separación o el tomar distancia, sino entendiendo por qué se permitió y se vivió en esa escena violenta. 


¿Cómo reconocer la violencia verbal? 
A veces la violencia verbal manifiesta conflictos de pareja y sentimientos caldeados. Sin embargo en muchas ocasiones el maltrato se convierte en rutina. Consejos, comentarios y reclamos pueden confundir sobre cuándo la víctima recibió o no un ataque. 


La clave está en reconocer el abuso verbal por lo que es, y comenzar a tomar pasos deliberados para detenerlo y traer sanidad. Dado que el abusador suele usar la negación, la responsabilidad por reconocer el abuso verbal suele estar en la pareja. 

En general, el receptor (en la mayoría de los casos, la mujer) termina acusándose a sí misma por sentirse mal, sin poder visualizar la agresión y quedándose de brazos cruzados para defenderse. 
La reacción de las mujeres frente al maltrato verbal habitual es la de las personas que pasan por situaciones traumáticas crónicas: 


1) shock o fase de impacto 
2) miedo con intentos de apaciguamiento 
3) Sometimiento con depresión y auto acusación 

A las mujeres se les enseña a permanecer calladas y siempre “femeninas” frente al otro lo que las torna indefensas ante esta modalidad de violencia…¡¡ES HORA DE CAMBIAR!! 

¿Cómo debe defenderse una mujer? 
La autodefensa es el remedio para los episodios violentos. Es necesario desarrollarla tanto en la prevención como en aprender a identificar los distintos tipos de ataques. 


Cuatro reglas a seguir: 
1) La mujer debe enterarse que está bajo un ataque. Reconocer las situaciones de riesgo ayuda a elaborar mejor una estrategia de defensa. 
2) La respuesta utilizada debe ser la indicada para el tipo de ataque. Aquí entra en juego el uso de la palabra y la intensidad con que se las utilice. 
3) La mujer debe entrenarse sobre cómo afrontar el momento de la discusión y sobre como continuar después del evento. La decisión manifestada debe ser sostenida en el tiempo. Para muchos esta es la parte más difícil de la autodefensa verbal. 
4) Si la mujer asume que la razón por la cual sale de las conversaciones sintiéndose de alguna manera herida y deprimida es porque ella es además “hipersensible”, “paranoica” o “infantil”, como su atacante la acusa cuando intenta defenderse, no podrá salir del círculo de la violencia verbal. 




Consecuencias: 
La gravedad guarda directa relación con la periodicidad de las descalificaciones. La humillación continua destruye la autoestima y afecta seriamente la dignidad. Estudios científicos revelan que la víctima comienza a interiorizar la crítica y termina por aprobar la violencia, considerándola un castigo por sus faltas. 

La violencia en el marco de las relaciones de pareja tiene efectos negativos en la salud mental, e incluye estrés postraumático, ansiedad, fobias, disfunción sexual, depresión. Otras consecuencias son: pérdida de dignidad, seguridad y confianza en sí misma y en los demás, pérdida de la capacidad para controlar el medio, experimentación de impotencia y desesperación, baja autoestima, daños en el resto de las formaciones motivacionales complejas, depresión, aislamiento, enfermedades psicosomáticas, pérdida de grupos de pertenencia, y, por tanto, de su vida social y hasta familiar, pudiendo perder hasta el vínculo laboral. 

Piropos: ¿Halagos transformados en violencia verbal? 
El piropo es un tema que causa polémica. El piropo es una palabra o frase corta que una persona dice a otra con el fin de halagarla y llamar su atención. Pero algunos hombres utilizan esos supuestos halagos para mostrar que miran a las mujeres como un objeto sexual. Por eso los piropos básicamente se refieren al cuerpo y sexualidad femenina, pero siempre al servicio del placer masculino. 

Los piropos son una forma de violencia verbal que utilizan algunos hombres. Al decir ciertas frases hacen uso de su poder para sentirse superiores, dueños del cuerpo y la sexualidad de las mujeres, opina la sicóloga María Eugenia Delgadillo. 

El piropeo se convierte en acoso sexual cuando es frecuente y repetitivo. Aunque la mujer le diga al hombre que sus palabras no le gustan, le conteste mal y le exija respeto, la mayoría de veces el tipo lo que hace es burlarse y seguir molestando, para demostrarle que él puede continuar con su acoso. 

Actualmente, lo que antes era considerado un arte de galanteo, hoy es reconocido como una nueva forma de violencia verbal, que no se puede tomar a la ligera, y debería ser denunciado. Y es que para algunas, tener pechos grandes o mostrar piernas hermosas bajo una minifalda, se ha vuelto un problema cotidiano. 
"Eran como las siete de la mañana; yo caminaba de mi casa a la parada de bus para ir al trabajo. Las calles estaban desiertas y en eso apareció un hombre que quiso acercarse a mí. Entonces yo me crucé la calle y él, desde la acera contraria, empezó a decir vulgaridades sobre mis pechos. El hombre no dejaba de seguirme y decirme cosas. Entonces le grité que iba a llamar a la Policía. Aunque no tenía saldo para llamar, me puse el celular al oído y empecé a decir: ‘Aquí me está acosando un hombre, me quiere violar’. Al oírme, el tipo salió corriendo. Otros hombres que estaban por ahí se pusieron a reír de mí haciéndome sentir como una loca”.  
Este es el testimonio de Fanny Sánchez, de 24 años. Pero es bastante seguro que miles de mujeres podrían contar historias parecidas, porque a diario se vive esta agresión verbal mal llamada piropeo.
Algunos hombres se sienten con el derecho de decir lo que se les venga en gana, porque creen que las mujeres son de su propiedad. Por eso si se camina por la calle con un hombre al lado, muchos no se atreven a decir nada, pero si se va con otra mujer o a solas, el acoso verbal. 

De esta manera van limitando nuestra libertad de salir, de ponernos la ropa que queremos, de andar tranquilamente por las calles. Un verdadero halago no debería hacernos sentir heridas en nuestra condición de personas, no debería dañar nuestra dignidad ni avergonzarnos”, explica María Eugenia Delgadillo, psicóloga 

Por lo general nos lanzan piropos no para hacernos sentir valiosas, inteligentes y bellas. Es más bien una invasión a nuestra intimidad. Los piropos invaden nuestro espacio y pueden convertirse en acoso sexual, que es otra forma de violencia”, advierte la psicóloga Delgadillo. 
Cada vez que pasaba por un negocio que estaba cerca de mi casa, el vigilante me lanzaba piropos que no me gustaban, hasta que un día lo amenacé con hablar con su jefe. Después de eso ya no me dijo nada. En general me siento mal, irrespetada, desnuda por sus miradas, siento que no puedo caminar libremente por las calles y este sentimiento me afecta más cuando ando sola”, relata Leonor. 
Aceptar el piropeo, el abuso verbal y el acoso sexual en la calle como parte de la cultura es tolerar la violencia. Las mujeres tienen derecho a andar tranquilas, sin temor a ser agredidas verbal y físicamente. 


El piropeo es una forma de violencia verbal y sexual. No lo tomemos a la ligera, como si fuera una expresión inocente de galanteo, porque puede tener consecuencias para nuestra dignidad y nuestra seguridad”, señala la psicóloga Delgadillo. 

Recuerda: 
No toleres ninguna forma de maltrato verbal. La violencia suele iniciar con "sutiles" abusos emocionales y verbales, y poco a poco puede ir incrementándose sin que te des cuenta, abarcando todos los tipos de violencia...hasta la más extrema. No te sientas culpable y, mucho menos, admires a tu verdugo. 



¡¡SI TE MALTRATA, ALÉJATE ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE!!

1. El abusador niega su conducta. 

2. Normalmente el abuso se perpetra a puertas cerradas. 

3. La violencia física es precedida siempre por violencia verbal. 

Sé firme ante cualquier señal de abuso verbal, pero no te expongas, muchos hombres se ponen más agresivos cuando nos defendemos ante sus insultos. ¡¡PIENSA EN TU INTEGRIDAD EMOCIONAL Y FÍSICA!! 

Fuente: 



MUJER: 


El abuso verbal es un potencial destructor de la dignidad,  de la autoestima, de la felicidad y, lo más importante, pretende acabar con la identidad de la víctima. 

Las mujeres han sido las principales víctimas de esta insidiosa forma de maltrato, principalmente a manos de sus parejas. Esto es debido, en gran parte, a las prevalecientes y erróneos estereotipos sociales que han relegado a las mujeres a injustos roles de subordinación, lo cual, ha permitido a los hombres abusar, maltratar y humillar. Son comportamientos nocivos. 

...Depende de ti, mujer, poner límites y nunca olvides que el respeto a tu dignidad es un derecho esencial.  



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