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viernes, 23 de octubre de 2015

A mi hija en sus 23: Ni consejos ni halagos






El próximo domingo 25 de Octubre se cumplirán 23 años de haber tenido la dicha de convertirme en madre… Hace exactamente 23 años, la vida me premió con el nacimiento de mi única hija, Natalia, una niña que desde entonces cambió mi vida en todos los sentidos. 

Y por eso hoy quiero dedicarle este espacio y dirigirle unas breves palabras:


Ante todo, no  voy a llenar estas líneas de falsos halagos ni tampoco quiero transmitir emociones que se consideren subjetivas (o exageradas) por el hecho de tratarse de mi hija, al contrario, siempre he sido honesta, clara y objetiva en todo lo que a ella se refiere, así intenté educarla,  y esta carta no es la excepción. 


Natalia, siempre has sido consciente de que fuiste producto de un inmenso amor. Nunca lo negué y durante un largo tiempo fuiste fiel testigo de que entre tu padre y yo existió un gran sentimiento que nos unió. En realidad, fuiste el regalo que coronó una historia que aún vale la pena recordar, sobre todo, por tu existencia. 

Como en muchas otras historias, no todo resultó como lo esperábamos, ya que el tiempo y otros factores influyeron para que esa relación terminara, sin embargo, cada día que te veo, te escucho y te disfruto, sé que todo lo bueno y lo malo que haya pasado, valió la pena. Es entonces cuando agradezco poder tenerte, gozarte y por la oportunidad de observar cómo día a día crecen tus alas, esas alas cada vez más grandes y fuertes,  y que muy pronto te harán volar como tanto anhelas... No, definitivamente no cambiaría nada de lo que he vivido, pues ser tu madre ha sido una experiencia realmente regocijante.


Desde aquel domingo 25 de octubre, día en el que naciste, supimos que serías una niña con un gran ángel. Recuerdo la expresión de sorpresa del ginecólogo al realizar la cesárea. Lo primero que dijo fue:


- ¡Es increíble... Esta niña ya estaba sentada esperando salir… eso es muy raro, y solo significa que va a ser una niña extraordinaria!!


Y así ha sido… 


Cada día nos has maravillado a todos con esa enorme y permanente sonrisa que nos regalas sin motivo. Desde pequeña, has mostrado un enorme entusiasmo por la vida y por cada una de las actividades en las que has incursionado. Siempre amable, sociable y poseedora de un carisma y una serenidad envidiables y, sobre todo, con una calidez y una nobleza incomparables.


No, no exagero quienes te conocen, saben que no miento…. Eres una luz que ilumina cualquier lugar donde te encuentres.


Cada etapa de tu vida ha sido una enseñanza no solo para ti, sino para mí, tanto como madre y como ser humano. Reconozco que desde el momento de convertirme en tu madre, has sacado lo mejor y, a veces, lo no tan mejor de mí; es cierto, no he sido perfecta, he cometido muchos errores a lo largo de este camino, pero siempre he intentado ser para ti un apoyo incondicional.



No todo ha sido dulzura, pues como todos los seres humanos que habitan este planeta, a pesar de tu encanto natural, la vida te ha puesto a prueba, a veces con dolor, a veces con tristeza, otras con decepción y en ocasiones con dureza, sobre todo en estos últimos 4 años, sin embargo, veo con orgullo que has aprendido que en la vida todo cambia, que nada es permanente ni seguro y que lo mejor es aprovechar el presente, intentando vivir con desapego, tanto de los bienes materiales como de emociones inservibles y, a veces, hasta de personas. 

Sé que el tiempo que vivimos separadas también nos sirvió, fue duro para mí, pero también aprendí que las decisiones de un hijo o hija deben respetarse. Pero también aprendí que los hijos siempre deben tener oportunidades y hoy agradezco poder estar juntas y gozar de nuestras nuestra vida en común.


Hay que reconocer que el proceso por el que hemos atravesado juntas en etapa te ha servido para madurar, y aunque ha sido arduo y con muchas carencias materiales, has entendido que siempre será mejor ser humilde y compartido que egoísta y soberbio.


Veo con orgullo cómo has sido capaz de asimilar la ausencia de tu padre durante estos 3 años. Has entendido que su alejamiento e indiferencia ha sido por una decisión que él, erróneamente o no, ha tomado debido a factores que, sin duda, son inexplicables e injustificables, sin embargo, esa determinación es un problema que le atañe solo a él, y por lo tanto, él debe resolver sus tiempos y sus motivos (si es que algún día se concientiza y lo hace). 

Como madre, en un principio lamenté que él no hubiera entendido que los problemas de pareja deben manejarse de forma independiente a la relación que se tiene con los hijos, sin embargo, él mezcló todo por alguna razón, dejándote a un lado. Es increíble cómo algunos padres (y madres también) suelen poner a los hijos en esa disyuntiva de elegir a alguno de los dos progenitores, sin ninguna otra alternativa.  En realidad solo siento pena por tu padre y por aquellos que como él, se privan de la presencia de los hijos solo por motivos egoístas o por cuestiones de orgullo, pues es indudable que los que salen perdiendo no son lo hijos, sino los padres que  los rechazan. 

No obstante, tú has mostrado que esa ausencia, en lugar de derrumbarte,  te ha fortalecido de manera invaluable. En este tiempo has mostrado que ninguna circunstancia vale la pena para detenerse a sufrir y estancarse indefinidamente. Has conocido la trascendencia de los buenos sentimientos y de las emociones positivas; valoras el amor y la entrega que unen a una verdadera familia; has descubierto que la familia de sangre a veces no es tan leal ni tan solidaria, y por el contrario, has tenido la fortuna de conocer gente que, sin ser de tu sangre, han demostrado la calidez y el cariño cuando más lo has necesitado; hoy sabes agradecer las amistades sinceras; valoras la importancia de trabajar, de valerse por si misma, de luchar incansablemente por satisfacer las necesidades más básicas, así como la ardua batalla que hay que realizar hasta conseguir los sueños más anhelados, pero sobre todo, sabes lo que es tener dignidad y amor por ti misma. En efecto, día a día luchas por lograr una vida digna, libre, responsable y feliz, y aunque sé que no ha sido fácil, has conseguido el mérito de vivir con la frente muy en alto y, por eso, debes estar muy orgullosa de ti. 


No pretendo darte consejos, siempre he creído que las cosas se aprenden experimentando y observando, solo quiero que recuerdes que nunca anheles ser perfecta ni tampoco desees parecerte a nadie, ni siquiera a mí. Lucha por ser tú misma, por ser tu propia creación, construye una Natalia auténtica, única… Y nunca olvides que seas como seas, debes amarte a ti misma por encima de todo, nunca regales tu dignidad a nadie y mantente con fortaleza para enfrentar cualquier adversidad y para asumir las consecuencias de tus errores, porque si algo te he enseñado es que todos somos libres de equivocarnos y de tomar decisiones erróneas, pero también debemos ser conscientes de los efectos y las consecuencias de nuestros actos y, sin excepción, asumirlos con valentía y responsabilidad. 


Mi vida, es importante que siempre luches por conservar tus principios a pesar de las condiciones en las que hoy se encuentra el mundo y la sociedad; no olvides valores como la honradez, el respeto, la amistad y la empatía. Huye de la envidia, el egoísmo, la corrupción, la avaricia y la soberbia. 

Por último, sabes que siempre traté de enseñarte lo importante de dedicar un tiempo y un espacio de nuestras vidas a las causas sociales; desde que estamos juntas has aprendido que ayudar o colaborar en alguna filantropía, independientemente de nuestras condiciones de vida, es vital para quien lo brinda, más que para aquel  que lo recibe. No dejes nunca de colaborar socialmente en lo que puedas y contribuye con tu granito de arena para que este mundo mejore.


Naty, no solo me siento orgullosa de ser tu madre, también estoy agradecida por tenerte como hija. Y aunque todavía te faltan muchos años por vivir, por gozar, por sufrir, por caer y por levantarte, siempre recuerda que, pase lo que pase, esté donde yo esté, mi corazón siempre estará junto a ti, alentándote y amándote….



Gracias por estar a mi lado y por enseñarme día con día que la vida siempre tiene opciones 
cuando se le sonríe….. 


Con todo mi amor, tu orgullosa mamá...




¡¡FELICES 23... y todos los que vengan!!


 ((()))


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