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lunes, 27 de enero de 2014

MUJER Y DINERO: Mujer, S.A




Las mujeres somos un gran negocio. Hay varios “giros”, le llamaremos, que se hacen millonarios con las mujeres. 

Como te prometí la semana pasada, hoy hablaremos de mujeres que, debido a que tienen una actividad remunerada, generan dinero que podrían utilizar para hacer realidad sus proyectos de vida personales…pero el sistema no lo va a permitir. 

El sistema pareciera decir: “¿Que las mujeres tienen su propio dinero que podría darles libertad?” (libertad, una palabrita que, asociada a las mujeres, le provoca urticaria) 

¡No lo podemos permitir! Pero ¿Cómo le hacemos para que no disponga de su propio dinero? ¿Cómo convencerla, ahora que podría cumplir sus planes personales, para que regrese al papel de mujercita obediente y modosa? 

Tan sólo basta inocular en nuestras patriarcales cabecitas lo imperfectas que somos y estaremos listas para gastar fortunas (y dar a ganar fortunas) a quienes prometen darnos las medidas patriarcalmente correctas que lograrán el paraíso terrenal para las Evas del siglo XXI – y de cualquier siglo: ¡Ser medianamente aceptadas por este sistema androcéntrico! 

Pero no creas que sólo los hombres deben aceptarnos: también las demás mujeres, socializadas para considerar hermoso, digno, bueno todo lo que a la visión masculina le parece así. Por eso, ahí nos tienes (sí, yo también he estado ahí muchísimo tiempo) buscando llenar el injusto zapatito de la Cenicienta Patriarcal. 

¿Cuánto cuestan todos los tratamientos a que nos sometemos las mujeres? ¿Cuántas necesidades nos han creado? ¿Cuántos procesos naturales femeninos han patologizado? 

· Síndrome premenstrual
· Tratamientos de reemplazo hormonal
· Peso y talla increíbles para una mujer que ha tenido hij@s y/o que ha alcanzado una “cierta edad”
· Tintes, cremas, inyecciones porque los hombres mayores con canas y arrugas se ven “muy interesantes”; las mujeres con las mismas características se ven, simple y llanamente… ¡Viejas!
· Niñas socializadas para, a una edad cada vez más temprana, ser atractivas a los hombres. Cursos de fotografía, de modelaje y pasarela para estas niñas cuando deberían estar jugando, raspándose las rodillas mientras su aspecto físico debería importarles, por ahora, un bledo. 
· Cirugía plástica para ser la mismísima imagen de Barbie
· Dolorosas depilaciones 
· Tatuajes 
· Manicure, pedicure, spa de manos, spa de pies
· Masajes de todo tipo
· Limpiezas faciales
· Labios carnosos
· Figuras esculturales a los 3 meses de haber dado a luz
· Ropa de marca para ir a trabajar
· Accesorios costosos para vernos muy fancy 
· Y la juventud…¡oh, juventud, divino tesoro! No importa la edad que tengamos, los hijos que hayamos engendrado, no vernos jóvenes y esbeltas es un auténtico insulto a los demás. 
· Y las terapias psicológicas (con visión patriarcal, of course) no podían faltar: ¿Te suena “depresión post- parto”?, la crisis de la mediana edad que, por supuesto, sólo sufrimos las mujeres… y un costosísimo etcétera pero…

….ser aceptadas por el patriarcado, como la american express …no tiene precio.



Desde pequeñas empezamos a vivir la experiencia de ser observadas, medidas, calificadas y no acaba. 

¿Te acuerdas de alguna vez en que ibas pasando ante un grupo de hombres – conocidos o no – y gritaban “7” o bien “6”, que te decían con desdén cosas como “tienes buen lejos…” y demás mensajes que son, para una joven adolescente, verdaderamente demoledores? “Chistes” acerca de las mujeres: su aspecto, su edad, sus procesos naturales.

¡Lo que las mujeres podrían hacer si no gastaran su dinero y su energía vital en cumplir con los mandatos de belleza en vigor!

Lo que podrían realizar en términos de sus proyectos personales de vida, pero no, pasamos buena parte de nuestros años más vigorosos y productivos obsesionadas, acomplejadas, enajenadas pensando en que si soy, estoy o si tengo…

Mucho busto, poco busto, muy delgada, muy gorda, muy alta, muy baja, tiene el pelo muy grueso, muy ralo, muy corto, muy largo, muy lacio, muy rizado, ya tiene canas, no tiene canas, es muy fea, es muy bonita, es muy joven, es muy vieja…¡ufff!, No sé tú, pero yo, desde niña, tengo un recuerdo muy vívido de lo imperfecta que soy: siempre tuve vergüenza de mi cara, mi cuerpo, color de pelo, de piel, mi estatura…siempre había alguien mejor. 

Recuerdo que, en la adolescencia – esa época tan sensible en lo que a aspecto físico se refiere - había una canción que, ¡de veras! Me hacía llorar “When you´re in love with a beautiful Woman” de Dr. Hook. Yo, lastimada en mi autoestima y cuuuursi como buena adolescente, lloraba a moco tendido pues pensaba que, por mí, ningún hombre pasaría por tamaño dolor que describe el tipo de la canción ¡imagínate! Y, con los años, vine a enterarme de que todas o, al menos, un 99,99% de las mujeres (las que no, estaban muertas) se sentían inseguras de sus aspectos físicos, ¡Hasta las que eran consideradas muy bonitas! Para ellas mismas, algo les faltaba, algo no tenían o tenían de más. 

Eso, entre otras cositas, refuerza la hostilidad que la cultura crea entre las mujeres: competencia por ser la más bonita para… ¡sí, adivinaste!... para ganar el corazón de Prince Charming pues es eso – y no tus logros personales, académicos, profesionales o laborales – lo que la valida como mujer valiosa para esta cultura. 

¿Qué hacer?
El capitalismo patriarcal viene en nuestro rescate: 

Ir al gimnasio, cortarse el pelo, teñirse el pelo, alaciarse el pelo, rizarse el pelo, ponerse mascarilla de aguacate, de miel de abeja, de… spa de manos, spa de pies, cirugías estéticas, tratamientos para evitar las cirugías estéticas, cremas, bótox…. La interminable lucha por poder calzar el increíblemente diminuto zapato de la cenicienta patriarcal.

Fatema Mernissi a partir de esta experiencia reflexiona sobre la violencia simbólica en el último capítulo de su obra “El harén en Occidente”, uno de esos pequeños grandes libros de obligada lectura.

El harén de las mujeres occidentales es la talla 38, dice: 

“Mientras intentaba encontrar, sin éxito, una falda de algodón en unos grandes almacenes en Estados Unidos, oí por primera vez que mis caderas no iban a caber en la talla 38. A continuación viví la desagradable experiencia de comprobar cómo el estereotipo de belleza vigente en el mundo occidental puede herir psicológicamente y humillar a una mujer. Tanto, incluso, como la actitud de la policía pagada por el Estado para imponer el uso del velo, en países con regímenes extremistas como Irán, Afganistán o Arabia Saudí”. 

Esa es otra estrategia utilizada por este sistema para que las mujeres que producen dinero por su trabajo no devuelvan gustosas al sistema. 

Nada de malo tiene que quieras verte hermosa, esbelta o como te dé la gana pero, ese es justo el punto, porque te da la gana A TI. Hacer con tu físico lo que quieras porque tú lo decides y no porque es lo que se espera de ti es lo que hará toda la diferencia. 

Tenemos que trabajar en un par de ideas muy importantes: la dueña del dinero que ganas con tu esfuerzo eres tú; por lo tanto, cerciórate de que aquello en lo que gastas es decisión verdaderamente tuya y planeada.

La dueña de tu cuerpo eres tú…punto.

Que tengas una estupenda semana

Mercedes

((()))

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